Todo lo anterior conduce a un manejo ético de los mensajes publicitarios.
Con esta filosofía, las agencias y las personas pueden aplicar sus ideas con creatividad y utilizarlas en cualquier producto.
Hay dos formas en las que la publicidad busca persuadir al consumidor: una basada en la excesiva búsqueda de la certeza y otra en el humor.
La publicidad que se basa en la certeza conduce a una comunicación monótona, con características trágicas, repetitivas y aburridas. Los mensajes no son tan persuasivos y poco llegan al consumidor.
La publicidad que toma lo jovial, lo gracioso, lo ameno y lo humorístico infunde más respeto al consumidor y logra, por su condición, obtener mejores resultados. La comunicación y la publicidad que buscan reírse de sí mismas encuentran mejor receptividad.
Con el humor se puede ser más creativo y recursivo a la hora de armar el mensaje.
Roberto Duailibi
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