Cordial saludo
Acompañamiento a docentes universitarios en su primera investigación de aula
Los docentes que se atreven a investigar se vuelven más reflexivos, críticos y seguros. Quienes tenemos el privilegio de acompañarlos en su primera investigación también crecemos. Este cambio es posible cuando hay escucha, estructura y afecto. Conoce cinco consejos para el acompañamiento docente en su primera investigación.
Por Catalina Suárez Serrano
En el contexto universitario, donde la enseñanza y la investigación suelen caminar por rutas separadas, crear puentes es una necesidad urgente. Muchos docentes universitarios expresan el deseo de investigar sobre su práctica, pero no saben por dónde empezar. En este artículo comparto una experiencia desarrollada en la Universidad del Norte (Uninorte), en Colombia, en la que se diseñó un modelo de acompañamiento pedagógico para la investigación con el fin de ayudar a docentes a transformar su práctica en conocimiento compartido y basada en la evidencia. La implementación sistemática de este modelo de acompañamiento ha generado múltiples beneficios tanto en el desarrollo profesional docente como en la institución. Los proyectos surgidos en este proceso han incrementado la visibilidad académica de la institución a través de ponencias, publicaciones y reconocimientos en escenarios nacionales e internacionales. También han contribuido al fortalecimiento de una cultura de indagación y mejora continua en la universidad. Asimismo, los docentes han ganado reconocimiento como líderes innovadores en sus áreas de conocimiento, quienes también han sido invitados a compartir sus experiencias en eventos académicos, lo que ha sumado a su perfil docente.
¿Por qué los docentes no se animan a investigar?
Algunos docentes tienen años de experiencia en el aula, pero nunca han sistematizado sus decisiones pedagógicas ni han convertido sus clases en objeto de indagación académica. Otros están familiarizados con el mundo de la investigación, pero no saben cómo articularlo con su rol docente. La falta de tiempo, el desconocimiento metodológico, la sensación de que «investigar en educación no es para mí» o la ausencia de una cultura institucional que valore estas iniciativas suelen ser los principales obstáculos. Aunque cada vez existen más centros de acompañamiento docente que promueven el desarrollo profesional, muchas veces son acciones aisladas.
En mi rol de asesora considero que, acompañar a un docente en su primera investigación de aula, puede ser tan desafiante como gratificante. Uno de los aspectos más importantes en este proceso es construir un vínculo de confianza. Muchos docentes llegan con miedo y dudas: «no sé si mi tema es válido», «yo enseño bien, pero nunca he investigado en educación», «no tengo tiempo para esto». Reconocer y validar estas emociones es el punto de partida. No se trata sólo de enseñar una metodología de investigación, sino de acompañar procesos humanos de aprendizaje.
En el equipo de asesores con el que colaboro, descubrimos que las preguntas orientadoras son más poderosas que las respuestas. No se trata de resolver todo por ellos, sino de fomentar autonomía investigativa y promover una práctica más reflexiva: ¿qué te gustaría cambiar de tu clase?, ¿qué patrones observas en tu aula?, ¿cómo sabrías que algo mejoró?, ¿cómo podrías evidenciarlo? Como asesora, ha sido profundamente gratificante ver cómo docentes que inicialmente dudaban de sus capacidades investigativas hoy lideran proyectos con confianza y claridad. Acompañarlos en este camino ha sido también una oportunidad de aprendizaje para mí, de reencontrarme con el sentido más transformador de la educación. Ser testigo de su crecimiento es, sin duda, una de las mayores satisfacciones de mi labor.
Modelo de acompañamiento pedagógico para la investigación
En el Centro para la Excelencia Docente (CEDU) de la Universidad del Norte, se diseñó en el 2012 un programa de acompañamiento estructurado, que parte de la convicción clave de que todos los docentes pueden investigar si cuentan con el apoyo adecuado. El CEDU está conformado por un equipo interdisciplinar de 21 personas. El grupo que lidera este acompañamiento incluye a dos psicólogas del equipo y cinco docentes de distintas áreas, todos con experiencia en innovación e investigación educativa. Este año, se acompañan, en promedio, 20 proyectos de investigación en los que participan alrededor de 34 docentes, fortaleciendo así una cultura de reflexión y mejora continua en la universidad.
Las y los docentes que acompañamos en sus investigaciones pertenecen a distintas disciplinas como ingeniería, psicología, comunicación, salud, entre otras. Durante este proceso, aplicamos entrevistas, observaciones y realizamos una revisión documental. La fase inicial se centra en el diálogo con el docente para explorar sus intereses, identificar una pregunta de investigación y construir el marco conceptual. En la fase intermedia, se trabaja en el diseño metodológico, se ajustan instrumentos y se define cómo se recolectarán y analizarán los datos. Finalmente, en la fase de cierre se revisan hallazgos, se organiza la escritura del artículo y se apoya en la presentación de resultados.
También es fundamental establecer cronogramas de entregables parciales. Los docentes valoraron saber qué se esperaba de ellos en cada etapa y recibir retroalimentación
Los beneficios para los docentes fueron múltiples, tales como mayor claridad sobre sus prácticas, rediseño de actividades, incorporación de nuevos métodos de evaluación, y, sobre todo, una nueva actitud frente a su rol docente. Muchos de ellos lograron escribir sus artículos y compartir resultados en las jornadas académicas. Sin embargo, más allá del producto final, el cambio más potente fue interno: se apropiaron de la investigación como una herramienta de transformación docente.
Cinco consejos para el acompañamiento docente en su primera investigación
A continuación, algunos aspectos clave que debemos considerar para acompañar a los docentes en su primera investigación de aula.
- No todos los docentes investigan igual.Hay docentes que llegan con una pregunta clara de investigación y otros que apenas están descubriendo que pueden investigar sobre su práctica. Por ello, antes de proponer esquemas o formatos, es esencial escucharles. Conocer sus intereses y expectativas nos permite diseñar un acompañamiento personalizado que respete los ritmos y fortalezas de cada uno.
- La confianza es tan importante como el conocimiento.Muchos docentes sienten que no están «a la altura» para investigar. El acompañamiento debe ser un espacio seguro, donde puedan expresarse sin temor a ser juzgados. La paciencia, la empatía y la flexibilidad son las herramientas más poderosas para abrir caminos. Cuando hay confianza, todo fluye con más naturalidad.
- Define fases, tiempos y entregables.Una estructura clara alivia la ansiedad. Saber qué viene después, cuánto tiempo considerar, y qué se espera en cada etapa, ayuda a que el proceso no se sienta abrumador. Un cronograma simple, pero realista, permite avanzar sin frustración y proporciona una sensación de logro progresivo.
- Combina lo técnico con lo emocional.En muchas ocasiones, los bloqueos metodológicos no se resuelven con teoría, sino con contención. A veces, el problema no es «no saber qué hacer», sino sentirse abrumado o inseguro. Acompañar no solo es orientar en lo técnico, también es validar, cuidar y animar. El proceso es académico, sí, pero también profundamente humano.
- Celebra cada avance, por pequeño que parezca.Iniciar con un borrador, analizar una lectura, diseñar un marco de referencia, redactar una página, etc., todo cuenta. Reconocer los logros –por pequeños que sean– nos brinda la energía para continuar. El reconocimiento sincero fortalece la motivación y ayuda al docente a sentirse capaz. A veces, una sencilla frase como “vas por buen camino” puede marcar la diferencia entre seguir o abandonar.
Acompañar procesos de investigación docente no es una tarea lineal ni neutra. Implica comprender que cada docente es un mundo y que sus historias, temores, pasiones y dudas influyen en cómo se acercan al conocimiento. Nuestro rol como asesores o guías no es imponer fórmulas, sino abrir caminos que se construyen andando, dialogando, escribiendo y a veces equivocándonos.
Si algo aprendimos en esta experiencia, es que el acompañamiento efectivo transforma ambos lados. Los docentes que se atreven a investigar se vuelven más reflexivos, más críticos y también más seguros. Y quienes acompañamos también crecemos, al ver que el cambio sí es posible cuando hay escucha, estructura y afecto.
Invitación
Si eres parte de un centro de formación docente o tienes colegas que deseen incursionar en la investigación, no dudes en compartir esta experiencia o también puedes enviarme un correo. Te invito a adaptar este modelo, a crear tus propios formatos y a realizar preguntas que movilicen. Acompañar no requiere de ser experto en todo, sino tener disposición para caminar al lado de otro. ¿Y tú, ya empezaste a acompañar?
Atento siempre a sus comentarios...
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