Las 10 reglas de oro de la oratoria para directivos
Un buen jefe no sólo debe tomar decisiones, sino también saberlas comunicar adecuadamente a sus socios y empleados. La retórica es todo un arte y para dominarla por completo son precisas muchas horas de entrenamiento. Según la revista Horizont, un buen jefe debería construir su discurso oral en torno a las siguientes diez reglas:
1. Repetir lo ya repetido
Las repeticiones aumentan la probabilidad de que el contenido central del mensaje termine echando anclas en el oyente.
2. Hacer comparaciones
Con las comparaciones, los directivos refuerzan la claridad y eficacia del mensaje transmitido.
3. Evocar imágenes
Un buen discurso debe estar plagado de imágenes para conectar así mejor con el auditorio. Además, las imágenes aumentan el nivel de recuerdo del mensaje.
4. Contar historias
Un jefe con buenas dotes de comunicación oral debe contar historias, historias que hablen de su empresa.
5. Utilizar los contrastes
Los contrastes promueven la claridad del mensaje: victoria o derrota, arriba o abajo. Y es que la confrontación de ideas opuestas se dibuja mejor en las mentes del auditorio.
6. Apoyarse en las cifras
Un número es un dato claro y preciso y por este motivo refuerza la credibilidad del mensaje y del orador.
7. Preguntar y dirigir
Preguntar es en primer lugar dirigir, ya que quien pregunta correctamente dirige. Y en segundo lugar, preguntar es investigar, puesto que quien dirige correctamente pregunta.
8. Usar los adjetivos comparativos
Un jefe con buena capacidad de oratoria es similar a un dramaturgo. Y, como tal, hace buen uso de los adjetivos comparativos para insuflar energía al discurso allá donde éste la necesite.
9. Concebir nuevos universos retóricos
Para la creación de nuevos universos retóricos es condición sine qua non tener la voluntad de comunicar algo. La creatividad es hija de la voluntad.
10. Ganar conocimientos
Saber es poder. Y la oratoria también es poder. Por este motivo, un discurso cimentado en conocimientos sólidos hace más poderoso al que lo pronuncia.
Las repeticiones aumentan la probabilidad de que el contenido central del mensaje termine echando anclas en el oyente.
Con las comparaciones, los directivos refuerzan la claridad y eficacia del mensaje transmitido.
Un buen discurso debe estar plagado de imágenes para conectar así mejor con el auditorio. Además, las imágenes aumentan el nivel de recuerdo del mensaje.
Un jefe con buenas dotes de comunicación oral debe contar historias, historias que hablen de su empresa.
Los contrastes promueven la claridad del mensaje: victoria o derrota, arriba o abajo. Y es que la confrontación de ideas opuestas se dibuja mejor en las mentes del auditorio.
Un número es un dato claro y preciso y por este motivo refuerza la credibilidad del mensaje y del orador.
Preguntar es en primer lugar dirigir, ya que quien pregunta correctamente dirige. Y en segundo lugar, preguntar es investigar, puesto que quien dirige correctamente pregunta.
Un jefe con buena capacidad de oratoria es similar a un dramaturgo. Y, como tal, hace buen uso de los adjetivos comparativos para insuflar energía al discurso allá donde éste la necesite.
Para la creación de nuevos universos retóricos es condición sine qua non tener la voluntad de comunicar algo. La creatividad es hija de la voluntad.
Saber es poder. Y la oratoria también es poder. Por este motivo, un discurso cimentado en conocimientos sólidos hace más poderoso al que lo pronuncia.
Fuente : Revista Horizont
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