Mauricio Arango
Echavarrìa
Consultor Mercadeo
en el Punto de Compra
Email: marangoe.pop@gmail.com
Cel.: (57) 3105056688
Socio Marketing
Creativo
Consultora de
Marketing
Últimamente en mi trabajo de campo, observando y analizando qué está
sucediendo con el mercadeo en los almacenes, he tenido la oportunidad de ver
muchos productos nuevos que nunca antes había observado, “puestos ahí”, no
exhibidos, en los entrepaños de las góndolas, en las gancheras, en el piso o
espacio del almacén.
No me sorprende el hecho de que haya productos nuevos. El mundo no se
detiene y la tecnología y las comunicaciones, halan y desafían a los
empresarios a poner en práctica todo el nuevo conocimiento, la necesidad de
resolver problemas específicos del producto y la satisfacción de la inquietante
exigencia de los nuevos consumidores jóvenes o inclusive de edad. El mercado
está inundado de nuevos emprendedores que quieren entrar a la plaza sus nuevos
desarrollos. Las empresas de marca de poderosa tradición, igualmente no
se quedan quietas, e introducen nuevos productos que les permiten mantener la
lealtad del comprador consumidor.
Hoy es común encontrar productos y marcas que no tienen publicidad masiva.
Esto tiene hoy, algunas explicaciones y sustentaciones. Los presupuestos para
lograr llegar hasta producir con buena calidad competitiva y lograr entrar en
el proceso adecuado de distribución, ya son suficientemente altos y en muchos
casos no se tiene capacidad para publicitarlos masivamente. Pero si esto es
cierto y permitido, lo que no se puede ni debe hacer es dejar el producto nuevo
y desconocido, simplemente mal exhibido y presentado ante la sociedad de
compradores consumidores.
Son muchos los actuales productos y marcas ganadoras, grandes
participantes del exigente mercado de hoy. En todas las categorías.
Este ambiente desafiante provoca muchos errores y múltiples formas o
maneras equivocadas de abordar la inclusión o participación del mercado.
No entiendo, o estoy fuera de contexto mercadológico, cuando observo
productos o marcas que aparecen de un momento a otro, sin la más mínima
previsión de contexto de exhibición y lenguaje de comunicación.
Hace poco tuve la extraordinaria oportunidad de asistir a clase,
invitado amablemente por mi colega Carlos Fernando Villa en la universidad CES,
para escuchar a un sabio profesor-consultor de neuromarketing y sicología. Ayer
lo recordaba al realizar mi trabajo de campo e investigación en los almacenes
.
Me preguntaba yo, cómo hoy, con gente de empresa, tan
seleccionada, tan estudiada y tan bombardeada por
los medios y por la despiadada competencia, se cometen errores tan de lógica
resolución.
También me preguntaba ¿Será que esa forma de lanzamiento a las aguas del
mercado es otra forma osada de hacer las cosas y mal hechas también funcionan?
o ¿Será que hoy ya no importa el cómo se hace, sino el qué se logra aun
chamboneando?
¿Será que el almacén ya no exige y asesora?
Las preguntas anteriores le incumben a todos los que trabajamos en
mercadeo, para lograr sacar adelante las marcas dándole al comprador consumidor
lo mejor posible, para que compre mejor y viva mejor.
El anteriormente citado profesor, Mario Velasco, nos habló de la
importancia de la metáfora en la comunicación. Bueno aquí va una metáfora.
Algunos productos son abandonados en el almacén, como bebés recién nacidos
tirados al basurero entre una bolsa de basura. La probabilidad de que estos
productos sobrevivan a esa dura experiencia es de casi cero.
La actitud y el hábito del comprador frente a productos nuevos, sin
suficiente información de empaque o habladores o exhibidores especiales, es de
desconfianza. La ausencia de un asesor, buen consejero, también se advierte
como un motivo de desconfianza. “Ya basta…” dirá el comprador-consumidor, con
que algunos productos de marcas conocidas no cumplen con lo que prometen, para
que yo desconfiado comprador, me interese por lanzarme hacia lo
desconocido con mi dinero y con mi tiempo.
El comprador en su patrón de movimiento por los pasillos del
supermercado, en la búsqueda de los productos que le resolverán sus necesidades
de compra y consumo difícilmente logra percibir toda la oferta exhibida.
El afán de terminar las compras e irse a otras actividades, la angustia
del gasto y los costos, la propuesta interminable de opciones similares, la
presión de la memoria en llevar todo lo necesario sin olvidar nada, entre otras
dificultades que se pueden presentar, complican el cuadro del proceso de
decisión de compra.
Y la frágil oportunidad de percepción del producto nuevo no escapa a
este cuadro de mercadeo, en el intento por lograr que “el producto logre
colocarse dentro de las compras preferidas”.
Un producto nuevo en el espacio de exhibición debe tener unos cuidados
intensos.
La gestión de mercadeo debe cubrir todos esos cuidados, para que el
producto bebé, tan indefenso, porque es un desconocido en un mar de adultos
bravos y duros expertos peleadores, logre ser considerado por ese comprador
escurridizo, incrédulo y tímido de hoy.
Los productos nuevos requieren:
· Disponer de una
ubicación privilegiada frente al resto de la exhibición. Esto por el bien
del almacén, del productor y del comprador.
· Tener un empaque
adecuado, que cumpla con toda la información que requiere un comprador, para
decidirse a ensayar y que las probabilidades de que funcione sean las más
altas. Cumpliendo con las reglamentaciones modernas legales. Concepto,
descripción, garantías, instrucciones, especificaciones, fechas, códigos, usos,
productor responsable, manipulación, advertencias, contenido, peso,
precauciones. Entre otras según el producto.
· Preferiblemente un
presentador asesor de credibilidad para la nueva marca. Que esté bien
uniformado, bien entrenado para hablar en público. Que sepa contestar preguntas
inesperadas.
· Preferiblemente tener
una exhibición temporal especial y destacada.
· Entregar un plegable
con información útil.
· Disponer de una
presentación, demostración o de una degustación, según el caso y la categoría o
tipo de producto. Por un tiempo mínimo prudente para lograr ser percibido
y entendido por el comprador frecuente.
· Información clara y
contundente sobre el precio. (sin cuentos ni descuentos).
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