En toda organización es importante premiar el logro, la
creatividad, la innovación, la dedicación.
El premio, como reconocimiento al trabajo bien hecho,
cumple tres funciones:
Reconocimiento: si alguien ha
realizado un trabajo destacado es justo que se le premie.
Ejemplo: el premio indica al resto de
la plantilla qué es lo que la dirección espera de ellos, cuales son los niveles
de cumplimiento considerados excelentes.
Motivación: los empleados tratarán de dar
lo mejor de si mismo con el fin de alcanzar este premio.
Para que el premio cumpla estas funciones debe ser:
Justo: hay que premiar a quien
realmente lo merece. Los empleados tienen que ver que se conceden de manera
objetiva, que no hay favoritismo.
Si se premia a personas que no lo merecen el premio pierde todo
su valor y genera confusión. Los empleados no sabrán cual es el comportamiento
requerido para obtenerlo.
Además, hay que evitar agravios comparativos: su
concesión y su cuantía deben ajustar a un patrón objetivo y no ser meramente
caprichosos.
Transparente: no solo el premio
tiene que ser justo sino que su concesión se realizará de modo que a nadie le
quepa duda de su justicia (la dirección debe comunicar los motivos de su
concesión).
Inmediato: el premio debe concederse
lo antes posible, una vez que la acción premiada ha tenido lugar. Los
premios hay que darlos en "caliente", no cuando el hecho se haya
olvidado.
Los empleados tienen que ver como la dirección, al igual que se
da prisa para exigir, también se da prisa para reconocer y premiar.
Generoso: el premio debe ser suficientemente
atractivo (que los empleados vean que merece la pena luchar por
conseguirlo), pero sin caer en excesos injustificados.
La dirección no puede ser cicatera a la hora de conceder un
premio ya que generaría cierto desencanto ("muy exigente a la
hora de pedir, pero que poco generosa a la hora de premiar").
Público: para que el premio cumpla sus
funciones de ejemplo y motivación es necesario que los empleados se enteren
de qué premios se conceden y cuales son sus motivos.
La gente tiene que saber qué tiene que hacer para conseguirlo.
Por último, señalar que el premio debe ser administrado con
mesura.
Si los premios se conceden con
excesiva frecuencia se convertirán en algo rutinario y perderán valor. El
premio tiene que ser algo excepcional.
Fuente:aulafacil.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario