Durante décadas los comerciantes permanecieron en un pedestal, se designaban recibir a los compradores que llegaban a comprar. No necesitaban mucho esfuerzo para vender, los consumidores se decidían rápidamente, pues temían encontrar los precios más altos al día siguiente.
El escenario era el mismo en todas las modalidades de venta. Cuando un vendedor visitaba un cliente, todos sus argumentos se resumían en decir que lo estaban visitando antes de “que cambiara el precio”. Generalmente eso era suficiente para que el cliente hiciera su pedido.
Pero la situación cambio. Los mercados se abrieron y la oferta aumentó en cantidad y calidad, llegando a ocupar cada nicho del mercado.
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