sábado, 19 de octubre de 2013

Recordando Mario Benedetti"... A través de los poemas pasa la historia de nuestros pueblos"


-¿Por qué tantos escritores ponderan la poesía como el género de los géneros?
-No lo sé. Yo creo que la poesía tiene un privilegio.A través de los poemas pasa la historia de nuestros pueblos. Si uno mira hacia atrás recuerda a Homero, Virgilio, Dante. Es más difícil recordar a los prosistas. Los poetas -no aquellos clásicos- tienen menos presiones de editores, de sectores políticos y sociales y están más libres para opinar sobre lo que pasa a su alrededor. A través de ellos es más fácil detectar el desarrollo de la humanidad.


-¿Es usted consciente de cuántas personas se han enamorado leyendo sus poemas?
(Sonríe) -Es un misterio. Tengo una anécdota de Guadalajara, México, donde fuimos con Daniel Viglietti a dar un recital. Al terminar, se acercó una pareja con un ejemplar de mi libro "Inventario" y me contó que habían estado casados, que mantenían una amistad y se habían conocido por ese libro. Al tercer día volvieron y me confesaron que, luego de releer "Inventario", habían decidido reconciliarse. Son las cosas más estimulantes que me han pasado.


-¿La poesía lo aproximó más a los jóvenes?
-Los jóvenes se han acercado más a mi poesía que a mi prosa. Y aún no he descubierto por qué. Me siguen mucho en España y en México. Para el autor, la poesía es un desahogo de su intimidad, de sus amores, de sus preocupaciones. Esa expresión de intimidad alude, sin quererlo, a la del lector. En la poesía se da un intercambio de intimidad a intimidad. Con la prosa pasa menos.


-¿Se considera poeta?
-Yo me considero más poeta que novelista. Ser poeta fue, desde niño, mi vocación más firme. Es el género en que me comunico mejor y más a menudo. Siempre estuve muy influido por la realidad. Eso ha ocurrido con muchos poetas de mi generación en América latina, donde tenemos una realidad muy apremiante.


-¿Cuáles son sus poetas latinoamericanos preferidos?
-Influyó en mí en un sentido estricto el peruano César Vallejo. El inventaba palabras cuando no las encontraba en el diccionario. Y eso hice en "El cumpleaños de Juan Angel", mi novela en verso. Hay muchos poetas que leo con frecuencia: José Emilio Pacheco, Jaime Sabines, Baldomero Fernández Moreno, Paco Urondo, Oliverio Girondo, Juan Gelman.


-¿Pensó alguna vez ser alguien distinto de un poeta?
-Bueno, he sido muchas cosas. Viví muchos años de mi oficio de taquígrafo. He vendido libros, alfombras, repuestos de automóviles. Fui empleado público durante cinco años y otros quince trabajé en una inmobiliaria. Cuando me casé tenía tres empleos. Y sólo en los últimos años he podido vivir de mis libros.


-¿Se lee menos poesía en el escenario global en que vivimos?
-En general se lee menos. La poesía ha debido ganar su espacio a contrapelo. Pero cuando lo obtiene, se queda. Es muy difícil que un lector tocado por la poesía abandone el género.


-¿Escribir "El mundo que respiro" fue una necesidad?
-Forma un bloque con "El olvido está lleno de memoria" y "La vida, ese paréntesis". Son poemas más existenciales y menos invadidos por lo político. Este libro toca la muerte y los problemas que la rodean. Es una manera de no esquivarles el bulto a las cosas preocupantes.


Por Susana Reinoso
De la Redacción de La Nación

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