-¿Por qué tantos
escritores ponderan la poesía como el género de los géneros?
-No lo sé. Yo creo que la
poesía tiene un privilegio.A través de los poemas pasa la historia de nuestros
pueblos. Si uno mira hacia atrás recuerda a Homero, Virgilio, Dante. Es más
difícil recordar a los prosistas. Los poetas -no aquellos clásicos- tienen
menos presiones de editores, de sectores políticos y sociales y están más
libres para opinar sobre lo que pasa a su alrededor. A través de ellos es más
fácil detectar el desarrollo de la humanidad.
-¿Es usted consciente
de cuántas personas se han enamorado leyendo sus poemas?
(Sonríe) -Es un misterio.
Tengo una anécdota de Guadalajara, México, donde fuimos con Daniel Viglietti a
dar un recital. Al terminar, se acercó una pareja con un ejemplar de mi libro
"Inventario" y me contó que habían estado casados, que mantenían una
amistad y se habían conocido por ese libro. Al tercer día volvieron y me
confesaron que, luego de releer "Inventario", habían decidido
reconciliarse. Son las cosas más estimulantes que me han pasado.
-¿La poesía lo aproximó
más a los jóvenes?
-Los jóvenes se han
acercado más a mi poesía que a mi prosa. Y aún no he descubierto por qué. Me
siguen mucho en España y en México. Para el autor, la poesía es un desahogo de
su intimidad, de sus amores, de sus preocupaciones. Esa expresión de intimidad
alude, sin quererlo, a la del lector. En la poesía se da un intercambio de
intimidad a intimidad. Con la prosa pasa menos.
-¿Se considera poeta?
-Yo me considero más poeta
que novelista. Ser poeta fue, desde niño, mi vocación más firme. Es el género
en que me comunico mejor y más a menudo. Siempre estuve muy influido por la
realidad. Eso ha ocurrido con muchos poetas de mi generación en América latina,
donde tenemos una realidad muy apremiante.
-¿Cuáles son sus poetas
latinoamericanos preferidos?
-Influyó en mí en un
sentido estricto el peruano César Vallejo. El inventaba palabras cuando no las
encontraba en el diccionario. Y eso hice en "El cumpleaños de Juan
Angel", mi novela en verso. Hay muchos poetas que leo con frecuencia: José
Emilio Pacheco, Jaime Sabines, Baldomero Fernández Moreno, Paco Urondo,
Oliverio Girondo, Juan Gelman.
-¿Pensó alguna vez ser
alguien distinto de un poeta?
-Bueno, he sido muchas
cosas. Viví muchos años de mi oficio de taquígrafo. He vendido libros,
alfombras, repuestos de automóviles. Fui empleado público durante cinco años y
otros quince trabajé en una inmobiliaria. Cuando me casé tenía tres empleos. Y
sólo en los últimos años he podido vivir de mis libros.
-¿Se lee menos poesía en
el escenario global en que vivimos?
-En general se lee menos.
La poesía ha debido ganar su espacio a contrapelo. Pero cuando lo obtiene, se
queda. Es muy difícil que un lector tocado por la poesía abandone el género.
-¿Escribir "El mundo
que respiro" fue una necesidad?
-Forma un bloque con
"El olvido está lleno de memoria" y "La vida, ese
paréntesis". Son poemas más existenciales y menos invadidos por lo
político. Este libro toca la muerte y los problemas que la rodean. Es una
manera de no esquivarles el bulto a las cosas preocupantes.
Por Susana Reinoso
Dela Redacción
de La Nación
De
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