El líder es consciente de que en
ocasiones hay que asumir riesgos.
Hay momentos en los que hay que
tomar decisiones sin disponer de toda la información que uno quisiera. No está
absolutamente claro cual es la decisión más acertada, pero hay que tomar una
decisión.
En este escenario de
incertidumbre el líder no se bloquea y toma la decisión que estima más oportuna,
sabiendo que cabe la posibilidad de no acertar.
En otras ocasiones se presentan
oportunidades. A veces no están totalmente
definidas, pero si se saben aprovechar pueden ser muy beneficiosas para la
empresa.
Esto obliga en ocasiones al
líder a tener que "apostar";
aunque estas decisiones se han analizado todo lo que se ha podido no dejan de
conllevar un elevado riesgo.
Son decisiones que pueden
exigir inversiones cuantiosas. El líder trata de anticiparse a los
competidores: si acierta la empresa puede obtener importantes ganancias, si se
equivoca serán recursos desperdiciados.
El líder asume este riesgo,
sabiendo que puede ganar o perder.
Lo fundamental en situaciones de
este tipo es:
Demostrar a la organización que
el líder es una persona de coraje que no
se esconde ante el riego y que sabe dar un paso adelante cuando es necesario.
Cuando se corren riesgos no son
decisiones caprichosas, no se basan en meras
corazonadas del líder, sino que son decisiones estudiadas, consultadas con su
equipo (especialmente si el riesgo es elevado) y que se toman porque no tomar
ninguna decisión implicaría correr un riesgo todavía mayor (perder
oportunidades, quedar por detrás de los competidores, ceder mercados, quedarse
obsoletos, etc.).
Los riesgos que se corren son
asumibles: si la decisión resulta equivocada la
empresa resultará perjudicada, pero podrá superarlo, no va a sucumbir.
Lo que no se pueden tomar
(salvo en casos extremos) son decisiones a cara o cruz (o la empresa duplica su
valor o quiebra).
En un mundo tan competitivo y
cambiante como el actual, no aceptar el riesgo es condenarse al fracaso,
ya que otros competidores si lo harán.
Es el riesgo de no querer
correr riesgos.
No se debe temer al fracaso.
Cuando se toman decisiones no siempre se acierta; cuando esto ocurre lo que hay
que hacer es aprender de los errores para tratar de evitarlos en el futuro.
Cuando una decisión adoptada
resulta equivocada el líder no se hunde. Analiza qué ha ido mal y trata de
tomar medidas para evitar que estos fallos vuelvan a repetirse en el futuro.
El líder mira siempre hacia
adelante.
Por último, señalar que el
líder potenciará dentro de la empresa una cultura de asunción de riesgos.
Si la decisión resulta
equivocada pero estaba fundamentada no se sancionará al empleado, incluso
habría que apoyarle en esos difíciles momentos.
Lo que no se puede aceptar,
bajo ningún concepto, es que una persona asuma riesgos con cierta ligereza,
"sin los deberes hechos".
Fuente:aulafacil.com
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