Una tienda española que visité hace
poco fue capaz de duplicar su ticket medio y hacer crecer su facturación un
50 % en el 2012. Al consultar al dueño sobre su «secreto», me contestó
sencillamente: «¡Me lo propuse!».
En gestión de
tiendas, lo que no se mide no puede crecer. Muchas veces, cuando los área
managers o supervisores contactamos con nuestras tiendas y
preguntamos: «¿Qué tal el negocio?», las respuestas son evasivas: «Está
lento…», «La lluvia no ayuda…». Mejorar las ventas de la tienda empieza con
saber identificar la situación actual. «¿Cuánto vendiste el mes pasado?» No
todos los responsables de tiendas son capaces de responder esta pregunta
sencilla…, sin hablar de los vendedores. Y menos aún si pregunto: «¿Y cuál ha
sido el ticket medio?».
Quienes hemos gestionado tiendas sabemos que la gestión
de un comercio es un flujo incesante de detalles; «Retail is detail», dicen en inglés.
De ahí la necesidad para las cadenas de franquicia de proveer a cada una de sus
tiendas de un modelo de cuadro de mando simple que les permita diagnosticar,
interpretar y dirigir su negocio. Es decir, seleccionar entre la infinidad de
indicadores claves disponibles cuáles son los tres más significativos para
lograr su éxito particular: precio medio por artículo, UPT (unidades por
ticket), número de transacciones… Y, si estos indicadores se precisan para cada
vendedor, ello proporciona una base efectiva para gestionar la tienda hacia la
mejora: ¡con o sin lluvia, crisis… y políticos! Aún hoy quedan cadenas de
tiendas sin sistemas TPV (terminal de punto de venta) integrados, sin
oportunidad de producir informes de gestión eficientes, ¡como coches que no
pueden acelerar por la noche porque van sin luces!
Treinta años de
expansión del consumo en España, propia de una economía de demanda, invitaban
al optimismo. En la actualidad, sin embargo, nos encontramos en una economía de
oferta, lo que frena el consumo. Los crecimientos hoy provendrán de la excelencia
operacional, el posicionamiento y una proposición de valor clara y consistente
en su entrega. Debe reforzarse la parte alta de la cuenta de resultados
optimizando la composición de la venta mediante la extracción de más valor con
cada visitante en la tienda, y optimizar la parte baja eliminando los costes
menos necesarios en la tienda.
En este contexto,
aparece el retail coaching. El retail es lo que se
conoce como «sector del comercio minorista». El coaching es
«una relación profesional continuada que ayuda a conseguir resultados
extraordinarios».[1] El retail coaching
acompaña a la tienda hacia su mejor nivel. Ofrece un estilo de
gestión basado en la confianza y la consideración, para permitir la mejora. Lo
puede aplicar cada directivo, cada comerciante con su equipo. La «conversación»
del coaching radica en seis preguntas y en el uso del
silencio, que derivan en compromisos concretos. Algunos han llamado al retail
coaching el «safety car de la tienda», ya que invita
durante un tiempo a ordenar las bases de la gestión para luego acelerar sobre
bases sólidas y despejadas…, con focos bien puestos.
El método del retail coaching incluye
la necesidad para cada profesional, hasta la cajera, de
diagnosticar con precisión la situación actual de la tienda y hacerse
responsable de su propio desempeño. De ahí se pasa a definir y comunicar
objetivos claros. Este crecimiento se nutre de la comparación, el benchmark,
con el desempeño de otras tiendas de la misma cadena o el mismo sector.
Gestionar una
tienda implica emprender todos los días acciones concretas sobre las siete P
del retail marketing mix: el producto (mix, variedad,
reposición…), el precio (posicionamiento frente a competencia, nivel de margen por
categoría…), el punto de venta (ubicación, merchandising, flujo…), las promociones (dentro
y fuera de la tienda), la proximidad (la relación humana
generada con cada cliente más allá del CRM –customer relationship
management–), la resolución de problemas (la gestión de incidencias
es uno de los más decisivos «momentos de la verdad» en la franquicia; puede
reafirmar el prestigio o destruirlo en el acto según cómo se lleve) y, lo más
importante, las personas.
Las cadenas paralizadas requieren la aprobación de la cabeza
para todo; las organizaciones eficaces son la bottom-up, ya no
las top-down, incentivando a la primera línea a tomar iniciativas y
decisiones, mirando al cliente a los ojos. Un cliente ya no tolera que 10 jefes
tengan que aprobar la resolución de una incidencia.
¡Las
personas! Los miles de tiendas en España e Hispanoamérica representan lugares de
vida, de encuentros. ¡El comercio es vivo! ¡El comercio es vida! ¿Recuerdas
alguna experiencia de compra ingrata con vendedores fríos, o incluso
antipáticos? Tal vez toca preguntarse hoy, en una España con un 30 % de
contratos temporales (el doble de la media europea), sobre la importancia que
le hemos dado al personal de las tiendas, empezando por el mismo dueño.
¿Cuán diferente se
percibe la experiencia de compra que ofrezco? ¿Cuán positiva es
la emoción con que el cliente se va de mi tienda, base de su fidelidad?
Claro, con un
25 % de paro, resulta tentador descuidar la formación y pensar que
mi vendedor no encontrará mejores condiciones de formación en otro trabajo. Y
ahí está España…, ocupando un triste lugar 36 en el ranking de
competitividad mundial, por detrás de Indonesia, India o
Chile. O sea, que una hora trabajada por un trabajador en España, por ejemplo
un vendedor de tienda, vale un 40 % menos que la hora del norteamericano o
del suizo.[2]
Y es que sorprende
la extraordinaria capacidad de crecimiento del comercio… cuando se lo
propone. Cuentan que se realizó un proceso de mystery shopper en
una prestigiosa cadena de equipos de música de lujo. Cada uno de un grupo de
cinco compradores incógnitos recibió una tarjeta de crédito American Express
Premium sin tope y con la instrucción de que compraran todos los
productos de la tienda, todos, bajo la condición de que el vendedor se los
ofreciera. O sea, si el vendedor te ofrece todos y cada uno de los artículos a
la venta, ¡los compras! De los cinco compradores, uno sólo alcanzó a comprar…
¡dos artículos! Dos compraron un solo artículo, y los otros dos compradores… no
pudieron comprar ni un solo producto: cero venta. Lo cierto es
que ninguno se llevó la tienda completa. La capacidad de compra del cliente
superó a las ganas de vender del dependiente. No es de extrañar, pues, que
algunas cadenas de tiendas hayan establecido la venta adicional como un estándar no
negociable. Y es que es más grave no ofrecer las patatas fritas más grandes
por 1 euro más que llegar tarde por la mañana. La productividad se juega en
cada transacción mediante el precio medio y el UPT. Los estándares no
negociables representan un buen inicio, pero son insuficientes, ya que quienes
los aplican son personas de carne y hueso… y corazón y cerebro.
En PNL
(Programación Neurolingüística), llamamos creencias a los pensamientos
automáticos, inconscientes. Por ejemplo, una creencia limitante sería
pensar: «Si ya vendí un artículo, no hace falta ofrecer uno adicional», o
también: «¡Quién soy yo para meterle la mano en el bolsillo al cliente!». En
ese caso, esas creencias limitan al empleado en su capacidad comercial. El
propio emprendedor, también, tiene sus creencias. En los últimos años, muchos
dueños de tiendas y cadenas me han abierto las puertas de sus negocios y han
compartido conmigo su visión y sus temores en sesiones de coaching.
Puedo observar algunas creencias limitantes habituales. A veces, ellos mismos
detectan una relación no gratificante con el dinero. El propio apelativo
de comerciante no suena bien a todos. «No, yo soy maestro
floral/decoradora/óptico. Lo del dinero lo lleva mi contable», dicen, como
disculpándose por haberse atrevido a ganar dinero. «¡O sea, que tu contable te
dice cada mes si puedes seguir funcionando un mes más o si ya tienes que
cerrar!» Existen, asimismo, otras creencias relacionadas con los números («En
mi familia somos malos para las matemáticas») o la autoridad («No sé si sirvo
para mandar», «Creo que nací para obedecer»…). Con todo, parecen existir
oportunidades de reconciliación con el sano afán de ganar dinero por un
trabajo bien hecho, un servicio bien prestado.
Muchos comercios
miden la calidad del servicio como un indicador
clave de su éxito. Someto a su consideración que también midan la calidez del
servicio. El idioma castellano ofrece esta oportuna distinción entre la calidad y
la calidez del servicio. La calidad es técnica y racional; la
calidez es emocional y energética. En esta burbuja de 1,40 metros que forman el
vendedor y su cliente se establece el contexto propicio para la compra
completa. Es la gran ventaja del comercio independiente frente a la gran
distribución e Internet: el calor humano, la empatía de la relación humana. Los
protocolos de actuación, las normas internas resultan indispensables para el
desarrollo y la cultura de una cadena sólida. Pero son tan necesarios como
insuficientes. La precisión del saque de Rafael Nadal es indispensable para su
éxito, pero lo que le hace único, excepcional, es su actitud ganadora, esa
increíble manera de destacar en los momentos más tensos de tie-break. ¿Cómo
desarrollar personas en las tiendas que no solo dominen la técnica, sino que
aborden el reto del negocio con una actitud ganadora? Este es el
desafío del retail coaching.
Suelo oír que la gestión del personal
es «el gran problema en las tiendas». Prefiero llamarlo “la gran
oportunidad”. Liderar un equipo, generando motivación y autoridad. Y
es que el hecho de estar de pie juntos durante ocho horas al día no implica que
nos estemos comunicando eficazmente. Y sabemos que los comercios exitosos
llegan a serlo primeramente por su gente, por esa mirada, esa sonrisa, esas
ganas de servir y ofrecer una experiencia de compra única. Amancio Ortega,
fundador de Zara, decía: «Yo quiero una empresa con alma, formada con personas
con alma». ¿Cuánto tiempo hace que no te sientas a solas con tu vendedor, tu
supervisor, tu reponedor… para revisar juntos su trabajo, felicitarle,
animarle, hacerle ver sus áreas de mejora?
Con o sin crisis, gran parte del éxito comercial radica
en aportar consideración y estima, con método, a las personas de la primera
fila, a las personas responsables de ofrecer la experiencia de compra al
cliente.
Fuente:
[1] Fuente: ICF (International Coach Federation).
[2] Fuente: IMD (Institute for Management Development)
Fuente:
[1] Fuente: ICF (International Coach Federation).
[2] Fuente: IMD (Institute for Management Development)
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