viernes, 13 de mayo de 2016

Claves del Retail_ Retail 3.0: nuevas tecnologías, nuevas pautas de consumo - - Celestino Martínez

Hace tiempo que en el mundo del retail se podría parafrasear la conocida cita de Jorge Manrique diciendo que «cualquier tiempo pasado fue más fácil». Además de la complicada situación económica, existen otros factores que están provocando grandes cambios en la manera de entender el retail.
Sin embargo, el retail se encuentra en una situación que va más allá de afrontar una serie de cambios. Para sugerir esta situación podríamos utilizar otra cita, de Leonardo da Vinci: «No es lo mismo una época de cambios que un cambio de época». En efecto, todo apunta a que nos encontramos ante un cambio de época, en el que habrá que cuestionar muchos de los paradigmas en los que creíamos y reinventar el viejo arte del comercio.
Cuando, dentro de unos años, estudiemos en los libros cómo se originó este cambio de época, muy probablemente, veremos la gran importancia que ha tenido en él la acción combinada de tres factores: Internet, el comercio electrónico y las redes sociales.
Evolución de las pautas de consumo
Echando la vista atrás, podemos comprobar cuánto han cambiado algunas cosas en poco tiempo y cómo estos cambios han hecho evolucionar las pautas de consumo hasta el momento actual:
  • Elección de marcas. No hace tanto tiempo que bastaban dos o tres productos de marcas diferentes para ofrecer un surtido razonable. También era más fácil destacar y ser original. Ahora, la infinidad de marcas que existen en cualquier tipo de producto complica mucho la elección al consumidor, y esto, unido a la facilidad con la que todo se puede copiar, hace que la gran mayoría de las marcas caigan en la indiferenciación.
  • Confianza. No solo había antes menos marcas, también el consumidor tenía una menor cultura de consumo y había sido engañado en menos ocasiones. Por ello, tenía mayor predisposición a confiar en un producto o marca y a recomendarlo a otros consumidores. En la actualidad, los índices de confianza del consumidor sobre las marcas o su publicidad son muy bajos y no dejan de caer.

  • Publicidad. En los tiempos en los que había unas pocas emisoras de radio, uno o dos canales de televisión y unos pocos periódicos, era fácil impactar al público objetivo, ya que su atención estaba concentrada en unos pocos medios, cuyo consumo reunía a toda la familia. Además, el nivel de aceptación de la publicidad era alto. Ahora, por el contrario, hay multitud de emisoras de radio, canales de televisión, periódicos y revistas, a los que hay que añadir todos los nuevos medios que Internet ha traído. Por si fuera poco, el consumo de estos medios se ha individualizado, por lo que se hace imprescindible la segmentación o la microsegmentación del público objetivo para llegar a él. En cuanto a la publicidad, se ha pasado de la aceptación al rechazo, por la saturación de impactos publicitarios y por el carácter cada vez más intrusivo de estos.
  • Comunicación unidireccional. Hasta hace bien poco, las empresas y marcas lanzaban su comunicación y el consumidor prácticamente no tenía posibilidad de participar, por lo que se daba una comunicación unidireccional. Con la llegada de los blogs y las redes sociales, la comunicación puede fluir en los dos sentidos, puede ser bidireccional. Para ser más exactos, gracias a las actuales facilidades para compartir contenidos estaríamos en realidad ante una comunicación multidireccional.
  • Previsión. La globalización y la rapidez con la que se suceden los cambios han hecho inútiles las previsiones a largo plazo, por lo que las empresas y marcas deben estar continuamente respondiendo a nuevos retos. Como decía Michael Hammer, autor y profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT): «El secreto del éxito no está en prever el futuro, sino en crear una organización que prosperará en un futuro que no puede ser previsto».
  • Control geográfico. La mejora de las comunicaciones ha hecho que la competencia de un negocio de retail pase de estar en un radio de unos pocos cientos de metros a otro de varios kilómetros. Con la aparición del comercio electrónico, para muchos sectores ya no hay fronteras: la competencia es el mundo.
  • Precios. Una derivada del punto anterior es el control de precios. Cuando existía un mayor control geográfico, el retailer solo se tenía que preocupar de sus competidores más cercanos a la hora de fijar precios competitivos. En la actualidad, gracias al comercio electrónico y a ciertas aplicaciones que cualquiera puede instalar en su teléfono móvil, un consumidor puede comparar los precios de un producto desde la misma tienda.
  • Información. Mientras la comunicación era unidireccional, eran las empresas las que creaban la información y el consumidor no podía hacer mucho más que aceptarla. Con la llegada de las redes sociales y las facilidades para crear y compartir información, encontramos el fenómeno de la sociedad del conocimiento, donde los propios consumidores generan, difunden, aumentan o critican la información, creando una inteligencia colectiva que facilita una mayor influencia del consumidor sobre el propio mercado.
El comprador conectado, digital y social
Nos encontraríamos, por tanto, ante un nuevo tipo de comprador, marcado por tres características que lo distinguen del consumidor clásico y que han influido en gran medida en sus pautas de consumo:
  • Está conectado. Debido a la proliferación de dispositivos móviles, puede conectarse a Internet prácticamente las 24 horas del día. Por ello, en cualquier momento, puede acceder a una gran cantidad de información o generarla.
  • Es digital. Está cada vez más acostumbrado a usar la tecnología para controlar, personalizar y buscar ahorro en ciertas actividades: banca electrónica, reservas hoteleras, compra de billetes de transporte, consumo de contenidos multimedia, comparación de precios, comunicación… Además, tiene predisposición a seguir asumiendo aquellos procesos que eliminen intermediarios que no aporten valor y cuya sustitución genere ahorro o una mayor personalización en productos o servicios de su interés.
  • Es social. Gracias a la tecnología y, principalmente, a las redes sociales, ha aumentado el círculo de personas con las que se relaciona, tanto online como offline. Por otro lado, este nuevo consumidor comienza a ser consciente del valor creciente que tienen su propio papel y el de las comunidades a las que pertenece como elementos de impacto en la sociedad.
El prosumer
La combinación de estos elementos y la rápida adopción de la tecnología por la población en general han hecho posible la transición masiva del consumidor tradicional hacia un nuevo perfil: el prosumer, oprosumidor. El término prosumer surge de la combinación de las palabras producer («productor») yconsumer («consumidor»). Con este nombre se denomina a un consumidor que es capaz de producir información.
En un principio, esta denominación se aplicó a blogueros y líderes de opinión, pero, con la popularización de las redes sociales y los dispositivos móviles, cualquiera puede producir información. Por ello, cualquier consumidor con posibilidad de lanzar un mensaje positivo o negativo de una marca, producto o servicio es ya un prosumer.
Este hecho cambia las reglas del juego, corrigiendo una parte del desequilibrio de poder que marcas y consumidores tenían en el mercado. Es por ello por lo que cada vez más instituciones, empresas, marcas o establecimientos de retail han decidido gestionar su presencia en las redes sociales: para poder formar parte de una conversación con su público objetivo, que, en ocasiones, ya hablaba de ellos, bien o mal, sin que estos pudiesen intervenir.
Tener una comunidad con un alto grado de implicación emocional será fundamental para ganarse la confianza de los clientes y que estos recomienden la marca a otros clientes potenciales. Este objetivo no es fácil de cumplir, porque las redes sociales son terreno de las personas, que las utilizan para relacionarse y que admiten la presencia de empresas o marcas siempre que aporten valor, que se adapten a un medio donde están en calidad de invitados, en el que su transparencia será puesta a prueba y donde se exponen a ser criticados.
Este miedo a ser criticados es uno de los grandes obstáculos que encuentran muchas marcas para entrar en las redes sociales. Sin embargo, la relación entre prosumidores y marcas no siempre tiene un carácter negativo o receloso. Las marcas que consiguen conectar con sus clientes pueden obtener de ellos información para la mejora de sus productos o servicios, recomendaciones a otros clientes e, incluso, colaboración en el desarrollo de nuevos productos.
Pero lo cierto es que conseguir tal grado de implicación con la comunidad creada en las redes sociales no es fácil.
La importancia de la orientación al cliente

Para empezar, la estrategia de muchas compañías sigue estando orientada al producto. Es decir, el producto es el eje de todas las acciones. Por lo tanto, la comunicación se basa en detallar las especificaciones o ventajas del producto. Debido a la facilidad y rapidez con las que se pueden copiar productos y características, esta estrategia tiene unos riesgos evidentes: propicia caer en la indiferenciación y deja al producto y la marca expuestos al precio, ya que cualquier producto de la competencia que los iguale en características y los mejore en precio se llevará la venta.

Esta situación obliga a las empresas y marcas orientadas al producto a recurrir constantemente a promociones y descuentos para incentivar las compras, con el riesgo evidente que ello supone para la viabilidad de la compañía.

Por el contrario, la orientación al cliente coloca al comprador como protagonista de todas las acciones de la marca. El objetivo es plantear una relación a largo plazo. Vender es cada vez más complicado y costoso, por lo que parece razonable apostar por la fidelidad del cliente, que generará ventas repetidas en el tiempo que dure la relación.

El gran objetivo de la orientación al cliente es conseguir una conexión emocional con el comprador. Para ello, la marca necesita un gran conocimiento de su público objetivo, hablar el mismo idioma, y esto no es algo a lo que estén acostumbradas muchas compañías.

Por ejemplo, no pocas marcas confunden la relación con sus clientes en las redes sociales con otro nuevo espacio en el que seguir lanzando mensajes publicitarios o, en el mejor de los casos, presentar una colección de promociones, descuentos y concursos. Otra muestra de esta «diferencia idiomática» es el carácter intrusivo de una gran parte de la publicidad: anuncios en televisión, telemarketing, e-mail marketing…, todos ellos interrumpiendo y traspasando cualquier barrera a la intimidad.

La orientación al cliente debe estar presente en todos los puntos de contacto con el comprador, tanto online como offline, y hacer que su experiencia de compra sea la mejor posible. Cuando tratamos de definir la experiencia del cliente, hablamos de una combinación de estímulos sensoriales, que impactan al cliente objetivo y generan unas emociones determinadas, en cuyo diseño se han utilizado estrategias de múltiples disciplinas: branding, marketing, psicología, comunicación…

Esto implica que la experiencia tiene que ser coherente, y los «mundos» offline y online, o físico y virtual, no deben desentonar. Por tanto las estrategias deben integrarse, ya que el comprador pasa de un entorno a otro sin pensarlo.
 

El comprador conectado

Una de las muestras más claras de esta inexistencia de fronteras para el consumidor es que, independientemente de que el impulso de compra se haya generado online u offline, cada vez son más los compradores que utilizan el medio online como fuente de argumentos para tomar una decisión de compra: ampliar información, encontrar críticas, recomendaciones o el mejor precio.

Este es un hecho que la empresa o marca debe tener en cuenta: para aparecer en las búsquedas de Google, proporcionar información de calidad orientada al cliente, defender su valor diferencial, gestionar correctamente las críticas y conseguir recomendaciones positivas, veraces y creíbles.

Esto supone que la información de una empresa o marca debe ser accesible desde el máximo número de dispositivos posible y que la información situada en los primeros puestos de las búsquedas de Google debe ser positiva y contribuir a generar confianza o a aportar valor añadido al cliente. Dándole la vuelta al argumento, también se debe conocer cuál es la información que un comprador va a encontrar de los competidores y aprovecharla, en la medida de lo posible.

Tampoco hay que olvidar que muchos de los compradores accederán a la información deseada desde un smartphone o una tableta y que la información que se quiera mostrar deberá estar adaptada a los tamaños de pantalla y resoluciones correspondientes.
 

El comprador digital y el showrooming

Como se ha dicho anteriormente, el consumidor actual está predispuesto a asumir las labores de un intermediario si percibe que este no aporta un valor añadido superior a la diferencia de precio que puede obtener al prescindir de él. Precisamente la creación de valor añadido es una de las principales armas para defenderse contra uno de los mayores retos que afrontará el retail en los próximos años: elshowrooming.

Se conoce como showrooming a la técnica que consiste en visitar las tiendas físicas para ver, tocar y probar un producto, y, desde la misma tienda, buscar el mejor precio en Internet y, en el caso de encontrar una oferta mejor, hacer la compra online.

El aumento en el número de conexiones móviles en los smartphones y la llegada de grandes plataformas de comercio electrónico han posibilitado la extensión de este fenómeno. Además, ciertas aplicaciones facilitan la comparación de precios e incluso la memorización de listas de compra con la simple lectura del código de barras.

En muchos sectores, donde el margen comercial es pequeño, es casi imposible que el comercio tradicional pueda competir en precio con un gran operador global de comercio electrónico como Amazon.


Comercio electrónico: ¿amenaza u oportunidad?

El showrooming y la competencia global que supone el comercio electrónico, frecuentemente son considerados como amenazas por el retailer, puesto que afectan a su estrategia de precios.

Sin embargo, el comercio electrónico ha posibilitado la aparición de modelos de negocio enfocados a segmentos de mercado de nicho llamados long tail o de larga cola. Aunque generalmente se asocia este modelo a productos muy específicos, a menudo exclusivos o artesanales, dirigidos a una parte muy pequeña del mercado, existen otras fórmulas, como centrar la distribución en un área reducida.

El comercio electrónico ofrece nuevas oportunidades al retailer, aunque es imprescindible hacer un buen estudio de viabilidad, en lugar de dejarse llevar por los tópicos más conocidos. Contrariamente a lo que dicen estos tópicos, el comercio electrónico requiere de una importante inversión de recursos humanos y materiales, gran conocimiento del medio, integración en el negocio offline y una estrategia a medio plazo para obtener unos resultados aceptables.


El comprador social

Como se ha dicho anteriormente, una de las características de los nuevos compradores es la desconfianza hacia la publicidad y la información proveniente de las marcas. De hecho, han reducido la confianza a su círculo más íntimo. Una muestra de ello son estas cifras: solo el 14 % de los consumidores confía en la publicidad, mientras que llega hasta el 90 % el porcentaje de consumidores que confía en las recomendaciones de amigos, familiares y otras personas a quienes consideren dignas de confianza.

Según otro estudio efectuado entre consumidores europeos, se cifraba en un 88 % el porcentaje de marcas que resultaban irrelevantes y que no serían echadas en falta por sus clientes si estas desapareciesen. Por su parte, los productos no resultaron mejor parados: a pesar del interés mostrado por los participantes en el estudio en probar nuevos productos, la realidad es que la vida de cerca del 80 % de los nuevos productos que se lanzan al mercado no alcanza los tres años, cifra que demuestra el poco acierto al intentar conectar con las necesidades del cliente.

Una de las maneras de conectar con el comprador y conocer sus necesidades es mediante la interacción o la atención en redes sociales. Si esta interacción con la marca, producto o servicio consigue una implicación emocional, será más factible conseguir que los compradores recomienden los productos o servicios a otros compradores potenciales.

Solo las marcas que se ganan la confianza de sus clientes consiguen que estos se conviertan en prescriptores de un producto o servicio.

Esto es así porque, como consumidores, compramos productos que nos generan confianza, somos fieles a marcas con las que tenemos una conexión emocional, en cuyos valores nos vemos reflejados y que consiguen satisfacer uno de los anhelos más antiguos del ser humano: sentirse especial. La marca o empresa que lo consiga no tendrá que preocuparse por las ventas.


 

El futuro es ahora

No es fácil aventurar en qué dirección continuarán evolucionando las pautas de consumo, ya que algunos de los elementos que están llamados a participar de esta evolución avanzan a gran velocidad y cabe esperar que, en los próximos meses o años, sigan apareciendo nuevos factores de cambio.

Sin embargo, hay unas cuantas líneas que parecen lo suficientemente avanzadas como para tenerlas en cuenta:


  • Realidad aumentada. El aumento de la velocidad de transmisión de datos, tanto en conexiones fijas como móviles, facilitará la mejora de las aplicaciones de esta tecnología, gracias a la cual podremos ver como se popularizan los probadores virtuales, los escaparates interactivos y otras aplicaciones menos predecibles.
  • Socialización de la compra. Aunque ya conocemos algunas aplicaciones que facilitan la implicación de las «amistades virtuales» en la compra a través de las redes sociales, veremos ampliar el número y las posibilidades de estas. Después de todo, hacer compras siempre ha sido una actividad social.

  • Personalización de los precios y ofertas. Gracias al análisis en tiempo real de la información que la empresa tenga del comprador, combinada con los datos compartidos en las redes sociales, también conocidos como big data, se podrán personalizar las ofertas en función de sus gustos o los de sus amistades, historial de compras, relación con la marca, eventos personales, etc. Este grado de personalización se podrá incrementar al combinar estas técnicas con aplicaciones de geolocalización.
Otros. El pago por teléfono móvil, las etiquetas inteligentes, las pantallas flexibles y otras tecnologías aún incipientes cambiarán la manera de entender el retail, tanto en su concepto como en lo que afecta al propio punto de venta, mucho antes de lo que imaginamos.

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