En este escrito que Usted está
empezando a leer encontrará muchas ideas interesantes y útiles relacionadas
con los siguientes cinco temas:
1. El
servicio es un conjunto de respuestas satisfactorias para el cliente.
2. Siete
técnicas para lograr la satisfacción del cliente.
3. Siete
acciones para hacer un buen trabajo.
4. La
calidad del servicio está relacionada con la autorrealización.
5. Seis
etapas del proceso de producción del servicio.
1. EL SERVICIO ES UN CONJUNTO DE
RESPUESTAS SATISFACTORIAS PARA EL CLIENTE
El servicio es un conjunto de "respuestas satisfactorias" que
se le dan a un cliente o usuario para calmarle necesidades de tranquilidad,
seguridad, prestigio, comodidad, desarrollo, etc.
Algunas personas todavía
consideran que el servicio es algo que pertenece solamente a "actividades intangibles"
(aquellas en las que no entregan cosas) como la docencia, la consulta médica,
los seguros, la asesoría personal, el transporte. A estas personas, en
realidad, les falta ver más ampliamente, para darse cuenta que quien fabrica
telas, zapatos, carros, casas, etc. también tiene que prestar los servicio de
receptividad, información, garantías, calidad, transporte, publicidad, solución
de reclamos, sistemas ágiles de pagos, entrenamiento, etc.
A estas personas les falta
darse cuenta que cuando uno compra una cosa, uno la compra porque le va a
producir unas satisfacciones. Quien compra un vehículo compra seguridad,
prestigio, rapidez; ien compra una casa compra comodidad, libertad, intimidad,
independencia; quien compra telas compra elegancia protección, vanidad,
apariencia; quien compra zapatos compra salud, protección, comodidad, vanidad,
elegancia.
En conclusión, las personas que
compran cosas no las compran por lo que son en sí, sino porque esas cosas les
generan ciertas satisfacciones. Muchas empresas se han quebrado y se están
quebrando porque olvidaron que las
personas compramos satisfacciones, no cosas. Cuando las personas no
encuentran en sus proveedores las satisfacciones que buscan, generalmente se
van a otra parte calladamente y sin protestar; en realidad, los clientes que
reclaman y protestan son pocos, porque reclamar y protestar requiere mucho valor
y a veces no produce sino "desquites".
El cliente, por lo general,
espera que las respuestas satisfactorias le lleguen en forma personalizada, a través de la relación cara a cara con su
proveedor. Otras veces, pero en menos cantidad, el cliente acepta que las
satisfacciones se le entreguen en forma
automatizada, a través de cajeros automáticos, consulta telefónica
computarizada, autoservicio, etc.
El cliente, sin excepción
alguna, exige la materialización de las
respuestas; él siempre espera ver, sentir, oler o palpar las respuestas. Es
decir, el cliente quiere sentir la simpatía, ver la sonrisa, disfrutar la
agilidad, evitarse los rodeos, disponer de la información que pide, oír buen
tono de voz, ver vitalidad en su proveedor. El cliente espera encontrar de todo
y fácil. El cliente se quiere evitar desplazamientos; el quiere cero fallas. El
quiere tener la seguridad de que lo que compra no le va a generar problemas ni
de calidad, ni de salud. El quiere ver que todas las personas de la entidad lo
traten bien. El no quiere que le manifiesten desconfianza cuando hace reclamos.
En los tiempos actuales el
servicio y su respectiva calidad no solo se han convertido en un producto con
categoría de buen negocio, sino que,
además, el servicio y su respectiva calidad son una condición de sobrevivencia industrial, comercial y profesional.
Negocios como los Exito, los Superley, las medicinas prepagadas, los bancos,los
centros comerciales, ofrecen cada vez más
consentimientos al cliente,
por dos razones: a) porque vender consentimientos es hoy un buen negocio y b)
porque quien no vende consentimientos no tiene clientela y quien no tiene
clientela desaparece.
El cliente paga caro con tal
que lo consientan. Un hecho como el siguiente nos basta para convencernos de lo
anterior. Las personas que compran alimentos en los supermercados del Ley o del
Exito, por ejemplo, van a esos almacenes en lugar de ir a la plaza de mercado,
a pesar de que les cobren el doble; pero pagan el doble porque allí, a
diferencia de la plaza de mercado, hay comodidad, variedad, seguridad, caché,
moda, correos, amabilidad, garantías, posibilidad de devoluciones, higiene,
iluminación, etc.
De lo anterior sacamos una
deducción, pero una deducción que debe estar siempre presente en la mente y en
el corazón de todo proveedor: el cliente paga por entrar en estados emocionales
satisfactorios. En consecuencia, la calidad del servicio se demuestra cuando
uno logra hacer que el cliente experimente estados
emocionales agradables intensos,
que le hagan emitir expresiones como las siguientes: "vale la pena pagar
lo que pagué", "que verraquera de servicio", "voy a decirle
a muchas personas que vengan aquí", "me dieron en el clavo",
"esto es chévere".
En las dos clases de servicio,
el personalizado (una consulta médica, por ejemplo) y el automatizado (el
cajero automático, por ejemplo), se da el contacto con el cliente, que se suele
llamar el momento de la verdad. En
la mayoría de los casos el momento de la verdad es de corta duración. Mientras
se está en contacto con el cliente hay una circunstancia muy especial que se
debe manejar con mucho acierto: es la alta
sensibilidad del cliente. En efecto, el cliente explota como una dinamita
cuando encuentra errores o insatisfacciones en el servicio; o se alegra como un
niño con los consentimientos que recibe. Cuando el cliente percibe el valor
simbólico de los consentimientos, no le importa que sean de bajo costo
material.
Esta alta sensibilidad del
cliente para frustrarse o alegrarse es lo que obliga al proveedor a dominar y
aplicar técnicas eficaces para dar satisfacción.
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