viernes, 6 de diciembre de 2013

Perceptologia_ “Repita la llamada más tarde”. “Vuelva después”

“Él no se encuentra”. “A él no le interesa”. “Mande la propuesta por Email”. “Insista después”. “Déjele la propuesta en recepción”.



Estas frases, cuando uno se toma el trabajo de llamar a una empresa, son la más clara demostración de arrogancia del receptor y de que el mismo sufre de un complejo de inferioridad que le hace sentir con ese actuar que es superior a lo que es. Cada vez que las oigo, siento que me quisieron decir:


  • Mi importancia impide que yo retorne una llamada.
  • Usted no tiene nada importante para mi.
  • Yo ya lo tengo todo en esta empresa, ya me las sé todas, no necesito de nadie, el que me necesite, que me busque.
  • Yo estoy tan ocupado, que no tengo tiempo para llamarlo.
  • Usted me importa tan poco que yo no estoy para servirle.
  • Usted es el interesado, así que vuelva más tarde.
  • Me corresponde trabajar duro para mi empresa, no para usted.
  • Tomar nota de un teléfono, de un email, de un nombre, de un asunto, es demasiado molesto para mí, me pagan por cosas más importantes.


Lo más claro que le queda a uno de una empresa en la que los receptores de llamadas, de clientes, de proveedores o de visitantes actúan así, es el poco tiempo que les queda. Mientras usted le cierra la puerta a nuevas propuestas, sus colegas que son capaces de mirar cada propuesta que les hacen, estarán cada vez más cerca de oír una que los pondrá a la vanguardia. Y usted que no oye propuestas y que “analiza al competidor”, la propuesta que no recibió de quien se la quiso hacer pero encontró su puerta cerrada, la verá en el momento en que su colega la aplique y en ese momento usted será un seguidor.

Lo mejor que quisiera hacer un proveedor al que le han “tirado la puerta en sus narices” es correr hacia donde su competidor, para ofrecerle lo que usted rechazó y ponerse del lado de él para ayudarlo a superarlo a usted.

Decía un importante hombre de negocios que recibía personalmente a todos los proveedores, sin distingo y sin condiciones: “Tengo que recibir a todo el que me quiera hacer una propuesta. No sé en qué maletín pueda llegar el gran negocio de mi vida”.

Atienda a sus proveedores como le gustaría que atendieran a sus vendedores.

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