En los textos de mercadeo tradicional es normal que se asocie al mercadeo, necesariamente, con el afán de compararnos con la competencia para definir las fortalezas y debilidades que nos lleven a determinar oportunidades y amenazas. Incluso el denominado por muchos, padre del mercadeo moderno, Phillip Kotler dice: “Las empresas pobres ignoran a sus competidores, las empresas promedio los copian, las ganadoras les trazan el camino.”
Ello me lleva a reflexionar sobre el título de este escrito y decir: si comparas a tu empresa con las colegas, te volverás vano y amargado, pues siempre habrá empresas a las que los clientes aprecien más que a la tuya y otras a las que ellos aprecien menos que a la tuya.
No tiene sentido gestionar la satisfacción del cliente trabajando en función de derrotar al competidor en ese campo de batalla que es la mente del cliente.
¿Por qué invertir recursos valiosos en atacar a quien quiere, como tú, mejorar al cliente al cual amas? ¿Por qué no dejar que tus colegas mejoren a tu cliente amado en lo que ellos lo puedan mejorar y tu dedicarte a mejorarlo en lo que tus colegas no lo estén mejorando? ¿Por qué no dedicar esos recursos a la inversión que mejora al cliente?
Necesitamos colegas para mejorar al mercado, para que este se amplíe, para que este quiera más a las organizaciones que lo mejoran.
Los colegas no se atacan entre sí,
los colegas se ayudan entre ellos,
los colegas fortalecen el gremio,
los colegas quieren lo mejor para ellos.
Y ya sabemos que lo mejor para las empresas es lo que es mejor para sus clientes, porque cuando las empresas mejoran a sus clientes, las empresas son mejoradas por ellos.
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