En la fase
de preparación hay que dedicar una especial atención a tratar de conocer a
la otra parte.
Cuanto más conozcamos sobre nuestro
interlocutor mejor preparados estaremos para la negociación.
Entre otras informaciones nos interesan las siguientes:
- Datos generales de la empresa: actividad, volumen de ventas y beneficios, gama de productos, mercados geográficos, cuota de mercados.
- Estrategias, objetivos, metas que persigue.
- Estilo de negociar (cooperativo o confrontación), tácticas que suele emplear, característica personales del los negociadores (modales, honestidad, cordialidad, etc.).
- Conocer toda esta información permite:
- Adecuar mejor nuestra oferta a sus necesidades.
- Utilizar aquellos argumentos que puedan resultar más convincentes.
- Elegir la estrategia de negociación y las tácticas más adecuadas.
- Anticipar el previsible desarrollo de las negociaciones, evitando sorpresas.
Relación de poder
El conocimiento de la otra parte
también nos permite estimar la posible relación de poder durante la
negociación:
- No es lo mismo negociar con una gran empresa que con una pequeña.
- No es lo mismo tratar un tema que afecte al núcleo del negocio de una compañía que tratar un asunto marginal.
- No es lo mismo negociar tratando de establecer una relación duradera con la otra parte, que buscar simplemente un acuerdo puntual.
- No obstante, si bien todos estos aspectos y muchos más influirán en la relación de poder entre las partes, en último caso ésta vendrá determinada por el interés que tenga cada una de ellas en alcanzar dicho acuerdo.
Aquella que más necesidad tenga en
cerrar un acuerdo, aquella que se juegue más, es quién
tendrá una posición negociadora más débil.
Este posible interés de cada parte por llegar a un acuerdo va a depender de la mejor
alternativa que tenga cada una de ellas en el supuesto de que no se alcance
dicho acuerdo.
Por ejemplo, supongamos que la
empresa A negocia con la empresa B la comercialización de sus productos a
través de la cadena de tiendas de ámbito nacional que ésta posee.
En caso de no llegarse a ningún
acuerdo la mejor opción de A será tratar de vender sus productos por catálogo
(con muy mala experiencia en años anteriores), mientras que la mejor opción de
B será contactar con otra empresa juguetera (son numerosas y todas ellas están
deseando trabajar con B).
En este caso está claro que si no hay
acuerdo, la opción alternativa de B es sustancialmente más atractiva que la de
A, por lo que B negociará desde una posición de fuerza.
En todo caso, aunque la relación de
poder nos sea desfavorable, uno no puede comenzar una negociación con un
sentimiento de inferioridad, con el convencimiento de que la otra parte es
más fuerte, más inteligente, de que nos va a barrer: estaríamos perdidos.
Siempre hay que acudir a la
negociación con el objetivo de alcanzar el mejor resultado posible.
Si la otra parte abusa de su poder y
trata de imponernos unos términos inaceptables tan sólo nos quedará la opción
de romper la negociación.
Para concluir señalar:
Nunca se debe negociar con
miedo pero tampoco hay que tener miedo a negociar.
Fuente: aulafacil.com
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