Las tácticas definen las acciones
particulares que cada parte realiza en la ejecución de su estrategia.
Mientras que la estrategia marca la
línea general de actuación, las tácticas son las acciones en las que se
concreta dicha estrategia.
Las tácticas las podemos clasificar
en tácticas de desarrollo y tácticas de presión.
Las tácticas de desarrollo son aquellas que se limitan a concretar la estrategia elegida, sea
ésta de colaboración o de confrontación, sin que supongan un ataque a la otra
parte.
Las tácticas de presión tratan en cambio de fortalecer la propia posición y debilitar la del
contrario.
Las tácticas de desarrollo no
tienen por qué afectar a la relación entre las partes. Algunos ejemplos son:
- Tomar la iniciativa presentando una
propuesta o esperar a que se la otra parte quien vaya por delante.
- Facilitar toda la información
disponible o, por el contrario, la estrictamente necesaria.
- Hacer la primera concesión o
esperar a que sea la otra parte quien de el primer paso.
- Tratar de que las negociaciones
tengan lugar en las propias oficinas, en las de la otra parte o en un lugar
neutral.
Por el contrario, las tácticas de presión sí
pueden deteriorar gravemente la relación personal. Son tácticas que buscan
confundir, intimidar o debilitar la posición del contrario. Algunos ejemplos
de este tipo de tácticas son:
- Desgaste: aferrarse a la propia posición y no hacer ninguna concesión o hacer
concesiones mínimas. Se busca agotar a la otra parte hasta que ceda.
- Ataque: atacar, presionar, intimidar, rechazar cualquier intento de la otra
parte de apaciguar los ánimos. Se busca crear una atmósfera tensa, incomoda,
en la que uno sabe desenvolverse y que perjudica al oponente.
- Tácticas engañosas: dar información falsa, manifestar opiniones que no se corresponden
con la realidad, prometer cosas que no se piensan cumplir, simular ciertos
estados de ánimo. En definitiva, engañar al oponente.
- Ultimátum: presionar a la otra parte, empujarle a que tome una decisión sin
darle tiempo para reflexionar. El típico "o lo tomas o lo dejas",
"tengo otras tres personas interesadas, así que o te decides ahora o
dalo por perdido". Normalmente esta urgencia es ficticia y tan sólo
busca intranquilizar al oponente.
- Exigencias crecientes: consiste en ir realizando nuevas peticiones a medida que la otra
parte va cediendo, sin que lo concedido resulte nunca suficiente. Al final la
otra parte tratará de cerrar el trato lo antes posible para evitar este
incesante goteo de nuevas exigencias.
- Autoridad superior: consiste en negociar bajo la apariencia de que se cuenta con
delegación suficiente para cerrar el trato. Al final, cuando tras muchas
cesiones de la otra parte se ha alcanzado un acuerdo, se comunica que éste
queda pendiente de la conformidad de los órganos superiores de la empresa,
que plantearán nuevas exigencias.Esta táctica también consiste en
presionar a la otra parte para que acepte unas condiciones determinadas bajo
la velada amenaza de que si éstas se modifican habrá que remitir la propuesta
a un nivel superior que difícilmente le dará su visto bueno.
- Hombre bueno, hombre malo: dos personas representan a una de las partes: una de ellas se
muestra intratable, amenazante, exigente, sin el menor interés de hacer
concesiones, mientras que la otra trata de granjearse la confianza del
oponente, se muestra comprensiva, cordial, y trata de convencerlo de que
acepte su propuesta, antes de que su compañero tome las riendas de la
negociación.
- Lugar de la negociación: cuando ésta tiene lugar en las oficinas de una de las partes y ésta
trata de sacar ventaja de la situación. Se trata de que el interlocutor se
sienta incómodo, infravalorado, etc., pero de una manera sutil, sin que sea
consciente de que está siendo víctima de esta estratagema.Por ejemplo, se le hace esperar un
buen rato antes de iniciar la reunión, se le ofrece una silla más baja que la
del anfitrión, se le sitúa de cara a una ventana por donde entra una claridad
muy incómoda, se le coloca en el extremo de la mesa, quedando relegado, se
interrumpe la negociación continuamente con llamadas de teléfono, etc.
- Tiempo: consiste en jugar con el tiempo en beneficio propio.Por ejemplo, se alarga la reunión
al máximo hasta vencer al oponente por agotamiento, se fija la reunión a
primera hora de la tarde tras una copiosa comida regada con vino. Se deja
transcurrir el tiempo discutiendo temas menores y tan sólo en el último
momento, cuando el interlocutor está a punto de perder el avión, se le urge a
cerrar un acuerdo de prisa y corriendo. Por regla general estas tácticas
engañosas hay que evitarlas, pueden ser beneficiosas en un momento dado
pero a la larga uno se termina granjeando una imagen de negociador
deshonesto, falso, poco fiable. Si se emplean tiene que ser de
forma discreta, tratando de que la otra parte no lo perciba.Si uno es descubierto el deterioro
de las relaciones personales puede ser importante.
La única táctica que realmente
funciona es la profesionalidad, la
preparación de las negociaciones, la franqueza, el respeto a la otra parte y
la firme defensa de los intereses.
Para finalizar destacar algunas
ideas:
Ante una negociación no se puede dejar a la improvisación la estrategia a seguir ni las
tácticas a utilizar. Todo ello tiene que estar
definido y convenientemente preparado antes de sentarse a la mesa de
negociación. Esto no impide que en función de
cómo se vayan desarrollando los acontecimientos uno vaya ajustando su
actuación.
Resulta también muy importante detectar la estrategia que sigue la otra parte y las tácticas que
utiliza. De este modo es más fácil
anticipar sus movimientos y tomar las medidas oportunas.
Fuente: aulafacil.com
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario