Es difícil clasificar los distintos
tipos de negociadores ya que cada persona tiene su manera particular de
hacerlo, no obstante se podrían definir dos estilos muy definidos.
Negociador enfocado en los resultados: lo único que realmente le importa es alcanzar su objetivo a toda
costa, intimida, presiona, no le importa generar un clima de tensión.
Tiene una elevada (excesiva)
autoconfianza, se cree en posesión de la verdad.
Considera a la otra parte como un contrincante al que hay que vencer con objeto
de conseguir el máximo beneficio posible.
Las relaciones personales no es un
tema que le preocupen, ni tampoco los intereses del
oponente.
Si negocia desde una posición de
poder se aprovechará de la misma, imponiendo su planteamiento. Utilizará
cualquier estrategia para presionar y lograr sus metas.
Este tipo de negociador puede ser
efectivo en negociaciones puntuales pero es totalmente inapropiado para
establecer relaciones duraderas.
Negociador enfocado en las personas: le preocupa especialmente mantener una buena relación personal.
Evita a toda costa el enfrentamiento; prefiere ceder antes que molestar a la
otra parte.
Es un negociador que busca la
colaboración, facilitando toda la información que le soliciten, planteando
claramente sus condiciones.
Le gusta jugar limpio, por lo que no utiliza ninguna táctica de presión. Confía en la palabra
del otro, cede generosamente y no manipula.
Este negociador puede resultar
excesivamente blando, de una ingenuidad de la que se puede aprovechar la
otra parte, especialmente si el oponente responde al modelo anterior.
En la vida real los negociadores se
situarán en algún punto intermedio entre estos dos extremos.
Ninguno de estos dos extremos resulta
adecuado: el primero porque puede generar un
clima de tensión con la negociación y el segundo por una
excesiva bondad de la que se puede aprovechar el oponente.
El negociador debe ser exquisito en
las formas, en el respeto a la otra parte,
considerando y teniendo en cuenta sus intereses. Pero al mismo tiempo tiene
que defender con firmeza sus posiciones.
Esta firmeza no se debe entender como
inflexibilidad. Muy al contrario, el negociador
debe ser capaz de ajustar su posición a la información nueva que reciba, a los
nuevos planteamientos que vayan surgiendo durante la negociación.
Resulta de gran interés conocer el
tipo de negociador al que uno se aproxima con el
fin de detectar sus fortalezas y posibles carencias, y en este caso tratar de
corregirlas.
Asimismo, conviene identificar el tipo de negociador al que se ajusta
el oponente con vista a poder interpretar su comportamiento, anticipar sus
movimientos y si fuera necesario tratar de contrarrestarlos.
Fuente: aulafacil.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario