Ya no causa curiosidad escuchar a tantas personas afirmar, "es por el mercadeo", cuando algo es controversial o atenta contra la tradición y/o los valores, los principios y las creencias de la sociedad, que caracterizan la cultura de la misma y generan los denominados códigos o patrones de comportamiento; de una forma hasta displicente, opinan muchos, y culpan a la actividad que genera y mantiene los mercados de lo que aparentemente es malo por lo que se hace, ve y escucha, generalizando.
Lo grave es que muchas veces, tienen razón quienes de esa forma piensan, aunque es bueno aclarar que lo malo no es el mercadeo sino quienes lo orientan e implementan por cometer errores, más por el afán mercantilista y desconocimiento de lo que verdaderamente es, que por otras razones.
En 2005 escribió Seth Godin uno de los libros que lo han caracterizado, que como los demás del autor-consultor se convirtió en best seller: "All Marketers are liars" (Todos los mercadólogos son mentirosos), el cual comienza con las frases "No me diga solamente los hechos, cuénteme, más bien, una historia", y "Destáquese, Sea consistente, sea auténtico", para concluir con tres: "Cuéntele su historia a la gente que está inclinada a creerle", "El mercadeo es poderoso; úselo con inteligencia", y "Viva las mentiras".
Muchas consideraciones hace, y hemos hecho, como también, no son pocas las preocupaciones que nos ha generado lo que sucede en la actualidad, haciéndonos pensar si el título del libro es una realidad, y el mercadeo se está convirtiendo, o ya es, en una numerosa serie de mentiras y malas prácticas.
Las recientes opiniones sobre los uniformes de los deportistas, sobre todo en nuestro campeonato futbolero para no hablar sino de este, porque lo que en él sucede es lo mismo que está pasando en el mundo sin que por ello sea justificable, son acertadas en nuestro concepto, pues pensamos que no es otra cosa que un error e irrespeto a la afición, y una práctica antimercadológica.
Como afirma Godin en su libro, la vida se compone de historias que se van creando y desarrollando en todos los campos, en las cuales los protagonistas creen y disfrutan, pero que no son sino eso, historias contadas a quienes las creen o tienen la tendencia a hacerlo: percepciones, pues la verdad absoluta no existe en los mercados.
Pero de crearlas, contarlas y vivirlas, de la manera como en la vida diaria, en este caso del deporte, se está haciendo, “jugando” con el mercado, dejan un manto de duda sobre cómo clasificarlas: hechos y acciones que atraen, forman y mantienen los clientes, o mala práctica porque generan pérdida de identidad corporativa por ese afán de más y más dinero que, desafortunadamente, está caracterizando muchas, quizá la mayoría, de las prácticas del marketing, haciendo creer a no pocos que es (el mercadeo) el malo de la película.
Cuando se le dice y pide a la gente que apoye y acompañe a los equipos, y se invita a que los uniformes sean adquiridos, debe ser con hechos y objetos (en este caso) que sean verdaderamente identificadores y sostenedores de imagen y personalidad de marca, involucramiento del cliente y estimuladores de acción, pero positiva, no negativa.
Se está perdiendo la identidad, y como alguien dijo, ojalá esté lejano el día en que nadie sepa cómo se distingue su equipo, pues lo que está pasando con los uniformes hace que se esté volviendo la afición del fútbol un mercado confuso, en el que nadie sabe para dónde va ni qué es. Ojalá se reflexione y no se convierta el uniforme de los equipos en un “explotador” de mercados.
Fuente: http://www.tiempodemercadeo.com/articulos-de-mercadeo/636-errores-del-mercadeo
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