Cuando comienza propiamente la
negociación las partes mantienen posiciones distantes.
Lo normal es que cada uno
encuentre su posición perfectamente lógica y racional y en cambio no se
explique la del contrario, que le resultará probablemente egoísta e
indefendible.
Esto lleva frecuentemente a ver al
oponente de forma negativa, como un enemigo al que hay que frenar para
evitar que se aproveche de nosotros.
El fallo de este planteamiento reside
en no entender que los intereses de la otra parte son tan legítimos como los
nuestros.
Si hiciéramos esta reflexión
llegaríamos a la conclusión de que efectivamente hay dos posiciones
enfrentadas, pero que de ello no tiene que derivarse que las personas
tengan que estar también enfrentadas.
En lugar de ver al interlocutor
como un enemigo habría que verlo como un colaborador, con quien debemos
trabajar conjuntamente para tratar de encontrar una solución satisfactoria para
ambas partes.
Este enfoque contribuye decisivamente
a mejorar el ambiente de la negociación.
Las partes se sentirán más relajadas,
más abiertas y no tratarán de atrincherarse en sus posiciones.
En las negociaciones hay que enfrentarse
a los problemas con determinación pero mostrando el máximo respeto hacia las
personas.
Hay que ser capaz de compatibilizar
las discusiones, a veces acaloradas, con un trato personal exquisito
hacia el interlocutor.
Es lógico que defendamos nuestras
posiciones y rechacemos aquellos planteamientos de la otra parte con los que no
coincidamos, pero ello sin dañar la imagen de nuestro oponente ya que
las relaciones personales podrían resentirse.
Las opiniones se deben exponer con
firmeza pero sin arrogancia.
Tampoco se pueden rechazar las
opiniones de la otra parte con desprecio. Una
disputa profesional se recordará en el futuro como algo anecdótico, mientras
que un ataque personal es muy difícil de olvidar.
El uso apropiado del lenguaje ayuda
a hacer esta separación entre problemas y personas:
No es lo mismo decir "su
propuesta es una estupidez", que decir "no estoy en absoluto de
acuerdo con su nueva propuesta".
La claridad del mensaje es la misma
en ambos casos, pero en el primer ejemplo se daña la imagen del adversario
mientras que en el segundo caso no.
El lenguaje permite suavizar las
formas sin perder por ello un ápice de firmeza.
No es lo mismo decir "lo que
usted plantea es a todas luces inaceptable", que decir "lamento
decirle que no podemos aceptar su planteamiento".
El uso del lenguaje puede ser muy
útil para rebajar la tensión en el ambiente, sin que
por ello pierdan claridad los mensajes.
Por otra parte, durante la
negociación hay que mantener las reglas básicas de cortesía:
No interrumpir, contestar cada
pregunta que nos formulen (no guardar silencio), no monopolizar la
conversación, mantener contacto visual con el interlocutor, etc.
Las posibles pausas (intermedios,
almuerzos, etc.) hay que aprovecharlas para dejar a un lado el tono formal y acalorado
de la discusión y tratar de recuperar una atmósfera más distendida.
Con ello se pretende transmitir el
mensaje de que una cosa es lo que pasa en la mesa de negociación y otra muy
distinta es la relación personal entre las partes.
Se trata de separar perfectamente
la vertiente profesional de la negociación de la vertiente personal.
La negociación genera a veces tal
estado de tensión que puede llevar a uno a perder los nervios.
Sube el tono de la discusión, se
hacen comentarios muy fuertes, se dicen cosas que no se piensan, surgen los
enfados, etc.
Hay que tratar de mantener siempre
la calma y ser comprensible con este tipo de reacción del oponente (no hay
que tomarlo como un ataque personal; son reacciones muy humanas a las que no
hay que darles mayor importancia).
Ante un comentario impertinente o
ante un ataque personal conviene mantener la calma y no responder en el mismo
tono, ya que si no se corre el riesgo de entrar en una espiral de insultos que
podría dar al traste con la negociación. Además ganaremos en estatura moral.
Por último, indicar que en
ninguna discusión se debe acorralar al oponente, siempre hay que tratar de
darle una salida airosa.
Fuente: aulafacil.com
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