Hay un dicho que dice:
En la comida de trabajo ni se come ni
se trabaja.
Siempre que se pueda hay que evitar
negociar durante el almuerzo.
Este debe ser un momento de
distensión, tras la tensión de las negociaciones, que sirva para acercar
a las partes.
En una atmósfera más informal es un
momento ideal para tratar de conseguir una mejor sintonía, conocerse mejor,
generar confianza.
Durante el almuerzo existe el riesgo
de que en un ambiente más relajado uno pueda hablar más de la cuenta,
facilitando informaciones o haciendo comentarios que no debiera.
Por tanto, es fundamental estar
muy atento y no bajar la guardia.
La comida debe ser ligera, especialmente si después se va a continuar negociando.
Una digestión pesada puede producir
somnolencia, afectando a la claridad de ideas.
Conviene no beber vino o hacerlo muy
moderadamente.
El vino nos puede llevar a bajar la
guardia o nos puede dejar un tanto aturdidos, en condiciones poco apropiadas
para continuar negociando.
Si la negociación se celebra en
nuestras oficinas, especialmente si la otra parte se
ha tenido que desplazar, deberíamos ejercer de anfitriones invitándola a
almorzar.
Hay que procurar que el almuerzo no se prolongue demasiado, con
una sobremesa interminable. Los otros pueden estar cansados y es posible que
prefieran reanudar pronto las negociaciones para así poder acabar
Fuente:aulafacil.com
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