miércoles, 12 de septiembre de 2012

Por favor no me venda, Asesóreme en compras.



        La forma de hacer mercadeo en las últimas décadas, ha estado dirigida a superar al competidor, llegando incluso al punto en que se ha olvidado la esencia, hasta ahora, de esta filosofía de gestión empresarial: la orientación al cliente, la satisfacción de sus necesidades y la generación de confianza en él.


El mercadeo, como consecuencia de esto, poco a poco en un principio y aceleradamente en los últimos años, se ha contagiado del belicismo que acompaña al lenguaje heredado de la milicia, del cual se vale.

Dentro de ese contexto, podríamos decir que la comunidad no se ha desarrollado en todos los campos como lo ha logrado hacer (sólo en algunos países) en el económico. Y así consideradas las cosas podemos afirmar que el desarrollo de esta “aldea global” no ha sido armónico, y de cierta manera ha sido destructivo.

Siempre que destruimos algo en nuestro prójimo (así sea nuestro enemigo), estamos destruyendo algo nuestro. Ningún empresario puede ser exitoso a la larga, definiendo estrategias en las que se logren avances a costa de otros.

La propuesta de la Perceptología Comercial es dejar de considerar al competidor por sí mismo, como el regidor de nuestras actividades de mercadeo. En realidad lo más importante es el análisis del competidor en el contexto de la mente del cliente.

También propone la Perceptología que para lograr el fervor y la fidelidad del cliente no basta satisfacer necesidades, más aún, no se requiere satisfacer éstas ya que hacia donde el cliente está encaminado es a formarse percepciones las cuales suelen diferir de las realidades y por lo tanto de las necesidades reales.

Por ello es menester que todos los esfuerzos en la actividad de mercadeo estén orientados a la identificación y comprensión (hasta donde sea posible) de las percepciones que se forman en la mente del consumidor para que se puedan lograr con él acuerdos perceptuales.

El mercadeo es una actividad empresarial muy joven, pero ya debe darse cuenta que llegó la hora de dejar atrás los malos hábitos de su adolescencia y aprovechar los buenos ímpetus de ella. La propuesta aquí plasmada plantea el modo de vivir maduramente el mercadeo, para el bien del mundo que Dios nos puso  a nuestro cuidado.

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