El líder es una
persona que se preocupa por su formación, por estar al día, por conocer a fondo
su negocio, por estar al tanto de las últimas técnicas de dirección.
El líder es una
persona con inquietud intelectual.
El líder debe estar abierto
también al aprendizaje de otras personas, especialmente de los miembros de su
equipo.
La soberbia, tan
habitual en muchos directivos que se creen poseedores de la verdad, tan sólo
conduce a posturas intransigentes, a actitudes inflexibles y, en definitiva, al
error.
Es una gran
equivocación pensar que el líder no debe pedir consejos a un subordinado
temiendo que ello le lleve a perder autoridad. Todo lo contrario, la humildad del
líder le hace crecer ante los ojos de su equipo y le ayuda a ganarse su apoyo.
No aprovechar el
conocimiento de los demás trabajadores es un auténtico derroche. Cuando el
líder se enfrenta a un problema comienza por informarse a fondo, por conocerlo en
profundidad (con independencia de que en ocasiones recurra al asesoramiento de expertos).
El líder no dará
nunca nada por sentado; analizará todo, hasta los pequeños detalles, con sentido
crítico.
Además, el líder es
una persona que se preocupa muy especialmente por la formación de sus
colaboradores, así como por la de todos los empleados de la empresa.
El líder favorecerá
una cultura que fomente la formación, facilitando aquella ayuda que sea
posible: organizando cursos, concediendo ayudas, valorando (premiando) la
formación del empleado en su avance profesional.
En un mundo tan
cambiante como el actual, la ventaja competitiva de una empresa reside principalmente
en la valía de sus equipos humanos.
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