El
producto es cualquier bien, servicio o idea que se ofrece al mercado y a través
del cual el consumidor satisface sus necesidades. El concepto de producto no
debe centrarse en sus características o atributos intrínsecos, sino en los
beneficios que reporta, las emociones que puede despertar o las experiencias
que proporciona al consumidor o usuario.
Así, por ejemplo, no se compra un
automóvil por sus atributos (acero utilizado, aleaciones, materiales empleados,
etc.), sino por su comodidad, libertad de movimientos, prestigio, etc.,
aparejados a su posesión y uso.
Desde la
perspectiva del Mercadeo, la oferta de producto no consiste únicamente en el
producto básico, sino también en los aspectos formales (calidad, marca, diseño)
y añadidos (servicio, instalación, mantenimiento, garantía, financiación) que
acompañan a la oferta.
Las
decisiones sobre el producto son de gran importancia, porque son las que crean los
medios para satisfacer las necesidades del mercado. Son también las primeras que
deben tomarse al diseñar la estrategia comercial, puesto que no se puede valorar,
distribuir o promocionar algo que no existe. Se trata, a su vez, de decisiones
a largo plazo que no pueden modificarse, por lo general, de forma inmediata.
Estas
decisiones incluyen el diseño y puesta en práctica de políticas relativas a:
a)
Cartera de productos.
b)
Diferenciación del producto.
c)
Marcas, modelos, envases.
d)
Desarrollo de servicios relacionados.
e) Ciclo
de vida del producto.
f)
Modificación y eliminación de los productos actuales.
g)
Planificación de nuevos productos.
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