A
principios de la Segunda Guerra Mundial, varias instituciones internacionales
entre ellas, el FMI, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio
(GATT), el Grupo del Banco Mundial y la ONU, establecieron normas
internacionales, y aseguraron que todos los países miembros se adhirieran a
ellas.
Hoy en
día existe un gran número de países miembros y una gran expectativa de estos
por que dichas instituciones multilaterales trabajen no solo por el avance en
el desarrollo de sus economías, sino que hagan parte constitutiva de la nueva
estructura de gobernabilidad global.
Esta
estructura global de gobierno debe asegurar que todos los países, sin importar
en dónde estén localizados y qué tradiciones tengan, adopten las normas de
conducta que se consideren universales. La lista de normas es ya extensa y
sigue creciendo en relación con la protección de los derechos humanos, los
derechos de la niñez y de la mujer.Las nuevas normas además de lo ya citado
propenden por el uso cuidadoso y prudente de la tecnología, por la protección
de los pobres durante los períodos de transición, transformación y adaptación
económica, por el cuidado del medio ambiente en nombre del desarrollo, por el
desestímulo de la producción y comercialización ilegal de drogas y por el
ataque al terrorismo y a la corrupción que corroen el sistema de valores y
traen graves consecuencias económicas y sociales.
Se vela
por algunas de estas normas en algunos casos por tratados internacionales que
se firmaron en conferencias a menudo auspiciadas por la ONU, en otros por
deliberaciones dentro de los cuerpos directivos de instituciones
internacionales, y también por iniciativas de las organizaciones de la sociedad
civil.
Otro
aspecto tiene que ver con las poblaciones de los países industrializados las
cuales están envejeciendo en comparación con los de los países en desarrollo. Por
lo tanto, para determinar las implicaciones de este fenómeno, se debe analizar
la presente y futura distribución de edades de los mercados emergentes;
identificar las fuentes de ventaja comparativa que surgen de este comportamiento
demográfico y de los patrones de demanda mundial; y bosquejar medidas que los
mercados deberán tomar para explotar estas fuentes de ventajas comparativas.
La
globalización está cambiando las necesidades de los mercados, y forzando a las
instituciones internacionales a repensar sus mandatos y métodos y a los países
a analizar las implicaciones que tiene sobre sus mercados el cumplimiento de
dichas normas.
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