Debemos partir de considerar al competidor no como a un enemigo sino
como a un colega con el que construimos en simultánea un mejor mercado para
obtener de forma limpia, buen provecho de él. Mejor que confundir al colega es
lograr trabajo armónico con él, proyectar juntos el crecimiento del mercado y
propiciar una justa distribución de tareas para lograrlo y obtener el
crecimiento en él, sin que este crecimiento se plantee a costo de otros
colegas.
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