Someter al colega es menos rentable que trabajar en comunidad con él
para robustecer el mercado y hacer crecer el consumo resultante de ese
fortalecimiento, de tal manera que podamos aumentar las contribuciones
absolutas, renunciando a la dañina falacia de creer que la participación en el
mercado es un objetivo constructivo.
El aumento en la participación en el mercado puede ocultar de forma
peligrosa la disminución del crecimiento del mercado poniendo en peligro la
supervivencia de la empresa. O ¿quién prefiere aumentar la participación en un
mercado que tiende a acabarse, en lugar de unir esfuerzos para aumentar el
mercado?
Para lograrlo es imprescindible hacer comunidad con cada uno de los que
componen el mercado.
Si las actuaciones
entre colegas no tienen el objetivo de destrucción entre sí, las preocupaciones
por adelantarse al inminente ataque que nos hará una vez termine de definir sus
estrategias desaparecerán por completo.
Si las estrategias de los colegas apuntan a mejorar el mercado
entenderemos que el mejor momento para aportar será aquel en el que nuestras
acciones influyan de manera más positiva en el mercado.
La fijación obsesiva, paranoica y dañina en el colega cambia por el afán
de colaboración al colega que a su vez colabora con nosotros.
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