Lo más corriente en nuestro medio es que causar daño provoque reacción
defensiva agresiva. Ello lleva a que mucha parte de los recursos que podrían
disponerse para mejorar las condiciones de calidad de vida de la comunidad, se
dilapiden en función de querer alcanzar el objetivo “irracional” de acabar al
competidor.
Lo más relevante es entender que el aparente beneficio del uso de
estrategias de ataque al competidor, a la larga, termina por acabar parte de lo
nuestro (si no todo). De esta forma se deben evitar este tipo de estrategias. Así,
los que se sentían amenazados dejarán de plantearlas y al final nadie las
programará.
De esa forma, todos los recursos quedarán disponibles para mejorar a la
comunidad.
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