Es mejor un aliado que un enemigo. Proponerse humildad para provocar
arrogancia en un competidor, imaginario enemigo, es propiciar ataques. Es un
comportamiento paranoico. ¿Acaso no es mejor la humildad sentida como fruto de
un sincero deseo de servicio que encontrará la recompensa de una compensación
que supere lo esperado?
En una comunidad de empresarios independientes del enfermizo deseo de sentirse
superiores a sus colegas, cada uno de ellos podría estar más preocupado de
mejorar mejorando y consciente de que dejando ganar es el camino más directo
para ganar.
No irritarse por lo que el otro gana y ocuparse sólo por ganar en la
medida en que
se proporcionan ganancias a los que interactúan en la actividad de la
empresa, es el camino correcto.
No es sensato gastar la energía y los recursos en provocar a los
competidores, cuando se requieren para estimular al mercado.
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