Es mejor no buscar crear desorden. Uno solo de los piñones que funcione
con desarreglo promoverá un desajuste en el limpio funcionamiento de todo el
engranaje y el perjuicio recaerá sobre cada uno de los demás piñones.
En vez de sacar de quicio al enemigo hay que tranquilizar al mercado. La
armonía y respeto entre los competidores propicia la confianza en el sistema y
favorece el consumo. Por ejemplo, las guerras de precios por sí mismas no hacen
que se incremente el consumo en el mercado. Sólo logran que quien iba a
consumir lo haga de igual forma, dejando menos riqueza en el sistema y
proporcionando menos circulante en el mercado, afectando el consumo general de
bienes y por lo tanto el consumo particular de los bienes que la empresa que
adquirió a más bajo precio, podría, a su vez, entregar al mercado.
De otro lado, los acuerdos entre empresas para subir los precios, sólo
hacen que el consumo se resienta y que el cliente se sienta acorralado. Una y
otra estrategias se están realizando en disminución de alguien y eso es lo que
hace que no funcionen.
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