El mercado no obtiene bienestar porque nosotros provocamos que
importantes recursos se desvíen hacia estrategias nocivas que, al acabar con el
competidor, dejan al mercado sin alternativas. Esta situación obliga a los miembros
del mercado a utilizarnos forzosamente, dejándoles el vacío que alguien más
fuerte, tarde o temprano, entrará a llenar en perjuicio de nosotros. Esto,
entonces, nos llevará nuevamente a definir estrategias de ataque y a reiniciar
el círculo vicioso.
Surge, entonces, la obligación de dejar de lado este modo de plantear
estrategias y partir de la necesidad para establecer compromisos que, por
mejorar a la comunidad, harán que ésta sólo apoye con su elección a quienes la
beneficien y a la vez respeten a aquellos que la favorecen.
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