Asesor de Empresas.
La sabiduría de alguien que se recuperó de la
compulsividad por los detalles es... poner de primero las piedras grandes.
Al consultorio de un psicólogo acudió un
empleado institucional; al psicólogo le bastaron pocos minutos de diálogo para
identificar que se trataba de un caso de obsesión compulsiva por los detalles. El empleado le describía al
psicólogo todo el proceso a través del cual había ido asimilando administración
por objetivos, indicadores de gestión, evaluación periódica del desempeño,
hacerlo bien desde la primera vez, calidad total, satisfacción total, cero
defectos. Este empleado se había obsesionado compulsivamente por la perfección
en todos los detalles y toda desviación de la perfección esperada representaba
para él una amenaza y un sobreconsumo de energía.
El psicólogo era un experto en lo que se llama "terapia rápida" que,
muy en resumen, consiste en ayudarle al consultante a tener vivencias muy
intensas, dentro de un corto lapso, sobre conductas saludables que reemplacen a
otras conductas que no saludables.
El psicólogo, de debajo de la
mesa sacó un jarrón de vidrio, de boca ancha y lo puso sobre la mesa; luego le
dijo al consultante que siguiera haciendo lo siguiente: saca de ese costal
rocas del tamaño de un puño y comienza a colocarlas una por una dentro del
jarrón.
Cuando el jarrón estaba lleno hasta el tope y no se podían colocar más, el
psicólogo le preguntó al consultante:
¿esta lleno este jarrón?. El consultante dijo: si... Entonces le replicó: está
seguro?. Sí, respondió el consultante.
Ahora de debajo de la mesa saca un balde que hay ahí con piedras mas pequeñas;
comienza a colocarlas una por una en el jarrón hasta que queden bien acomodadas
en los huecos dejados por las piedras grandes luego de una pequeña sacudida del
jarrón.
Cuando el consultante había hecho esto, el psicólogo le preguntó una
vez más: ¿está lleno este jarrón?. Esta vez el consultante supo lo que vendría
y respondió en voz alta: probablemente no.
Muy bien contestó el psicólogo. Ahora, de debajo de la mesa saca un balde con
arena y comienza a echarlo en el jarrón hasta que la arena se acomodó entre las
piedras grandes y pequeñas. Una vez mas el psicólogo preguntó: ¿esta lleno este
jarrón?. Esta vez el consultante respondió con seguridad: ¡no!
¡Muy bien! contestó el psicólogo y le hizo otra petición al consultante: ahora
saca de debajo de la mesa un jarrón con agua y comienza a vaciarla sobre el
jarrón que contiene las piedras grandes, las pequeñas y la arena hasta que
quede lleno.
Cuando terminó, miró al consultante y, una vez mas, le preguntó: ¿está lleno el
jarrón? a lo que todo él respondió: sí.
¿Cual crees que es la enseñanza de esta demostración?. El consultante dijo: la
enseñanza es que no importa que tan lleno esté tu horario; si lo intentas
siempre podrás incluir más cosas.
!No!, esa no es la enseñanza, replicó el psicólogo. La verdad es que esta
demostración nos enseña lo siguiente:
Si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en ningún otro
momento; si tomas otro jarrón y empiezas a llenarlo al revés, es decir,
empezando por verter el agua y culminando por echar al jarrón las piedras
grandes, tú mismo podrás comprobar lo que te acabo de decir.
Ahora respóndete a ti mismo:
¿cuáles son las piedras grandes en tu vida?,
¿un proyecto que tu deseas hacer funcionar?,
¿tiempo con tu familia?,
¿tu fe, tu educación, o tus finanzas?,
¿alguna causa que desees apoyar?,
¿enseñar lo que sabes a otros?.
Recuerda: pon estas piedras grandes primero o luego no encontrarás lugar para
ellas.
Así que hoy en la noche o mañana al despertar, cuando te acuerdes de esta
intensa vivencia, responde tu mismo la pregunta ¿cuáles son las piedras grandes
en tu vida?; y una vez las encuentres, corre a ponerlas primero en tu jarrón.
!A buscar las piedras grandes!