A
la hora de definir un producto se puede entender de dos formas: una que sería
la tradicional e incorrecta y otra que se relaciona con el esquema que se ha
visto y que se corresponde con la visión del Mercadeo (qué es lo que ofrece la
empresa, a quién lo ofrece y para qué lo ofrece). Esto es lo que se definió
anteriormente como producto-mercado y va a evitar las miopías de Mercadeo.
En
principio se podrían plantear dos puntos de vista: uno seria el producto
centrado en si mismo y el otro sería el producto centrado en la necesidad.
1-
Producto centrado en si mismo: se suele entender que un producto
cualquiera es la suma de las partes tangibles y técnicas que lo componen. Se
trataría, por tanto, de una visión técnica. Esta definición del producto puede
dar origen o lugar a una situación de miopía de Mercadeo. Por ejemplo, dos
relojes técnicamente iguales, pero uno es Rolex y el otro no. Según esta
definición los dos relojes serían el mismo producto, pero la imagen de marca
proporciona valor al Rolex y, por este motivo, son dos productos distintos.
2-
Producto centrado en la necesidad del cliente: un producto va a estar
formado por todos los aspectos que son capaces de proporcionar valor al
cliente. Es decir, los productos no se compran por si mismos sino que se
compran por la utilidad y el valor global que proporcionan. Habrá que definir
los productos en función de la necesidad que cubren, que no sólo procede de los
aspectos técnicos sino también de otros aspectos que forman parte del producto.
Desde este punto de vista se puede considerar el producto como un conjunto de
aspectos tangibles e intangibles, objetivos y subjetivos, que ofrece una
empresa u organización y que pueden satisfacer una necesidad del cliente, es
decir, crearle o proporcionarle valor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario