PROMUEVE LA AUTODETERMINACION
Por Elías Alvarez Bueno
El líder de mi historia pronunció el siguiente discurso al empezar el acto durante el cual se hizo una solemne presentación de los objetivos para el año que empezaba. Como se podrá ver, fue breve, claro y empoderador.
«……..Atrévete a amarte a tí mismo, aunque el mundo que te rodee te de «malos tratos».
En cuanto puedas «vive por tí mismo», en vez de vivir «unido al cordón umbilical».
Elige, en cuanto puedas, autoabastecerte, en vez de tener una «vida de arrimado o recostado a los demás».
Decídete a «hacer las maletas», en vez de permanecer resentido donde no te quieren o donde no estás a gusto.
Cumple con tu cuota de cooperación, de convivencialidad, de iniciativa y de innovación. Paga tu impuesto como retribución por el don de estar acompañado.
Disponte, siempre que sea necesario, a arañar la tierra con la misma cuchara con que te tomas la sopa, para sembrar y cosechar con ella tu felicidad .
Cuando tengas fracasos entiende que la caída de las hojas es el primer paso de la afloración.
Recuerda lo que dijo un maestro: «no se puede llegar al alba sino por el sendero de la noche».
Recuerda siempre: la «individuación» * es un negocio riesgoso y muchas veces doloroso, pero es el mejor de todos. ……..»
Cuando el líder hubo terminado su discurso, todos los presentes quedaron en silencio reflexivo y mientras tanto uno de los colaboradores se fue levantando y empezó a avanzar hacia el frente; caminaba firme, espontáneo y sereno; y a medida que avanzaba intercambiaba su mirada a lado y lado del auditorio repartiendo sonrisas. Este colaborador se puso frente al auditorio y aclarando que quería dar testimonio de sus aprendizajes empoderadores, manifestó lo siguiente:
» Yo pido cuando me falta, pregunto cuando no se, estoy despojado de la pretensión de ser el más listo, el más rápido.; estoy despojado de la pretensión de ser perfecto y encontrar perfectos a los demás».
Y apenas con uno o dos minutos de intervalo entre uno y otro, fueron interviniendo todos los demás colaboradores para dar los siguientes testimonios de autoempoderamiento.
» Yo bendigo la oscuridad del futuro porque es muy probable que si viera desde hoy todos las adversidades que me pueden llegar a suceder me quedaría paralizado. Yo sé que cuando llegue a cada río, si me lo propongo, encontraré como cruzarlo».
»Yo acepto que cambiar de parecer, de opinión o de criterio es necesario para mantenerme en contacto con la realidad cambiante y es algo saludable y normal».
» Cuando yo me siento fracasado, me pregono a mí mismo: «el mundo no se ha acabado, no hay mal que dure cien años y sigo para adelante».
»Yo asumí la responsabilidad de mi propia existencia y evito culpar a los demás de los fracasos que me suceden».
»Yo elegí o construí unos criterios con los cuales yo mismo puedo decidir si mis actos son acertados o erróneos, correctos o incorrectos».
»Yo trato de entender que sentirme realizado es algo solamente mío y que no está en manos de otros crear este sentimiento en mi. Yo me doy cuenta que muchos son felices aun estando encarcelados y muchos son infelices residiendo en un palacio real».
»Yo utilizo la posibilidad de ensayar cosas nuevas; con el ensayo siempre salgo ganando porque o encuentro lo que busco o aprendo de mis errores».
«Yo logro fácilmente sumergirme en la corriente de mis deseos, emociones e intuiciones ; yo me dejo ir ; !dejémonos ir, compañeros! «.
Y así se completó la ronda de testimonios.
Qué testimonios tan alentadores, ¿verdad?. Con toda seguridad que para este líder las cosas resultan más fáciles, más eficaces, más satisfactorias, más seguras, porque los miembros de su equipo son comprometidos y autónomos.
* El doctor Gustavo Adolfo Jung define la individuación como un proceso por el cual el hombre vive su innata naturaleza humana y por el cual conoce y desarrolla las cualidades y atributos desconocidos; es el proceso de particularización de la esencia individual. La primera etapa de este proceso es la de percibir que existe la sombra (atributos de uno desconocidos por uno mismo) y que puede extraer fuerza de ella; la segunda etapa es la de encontrarse con la propia parte sicológica contrasexual, el ánima en el hombre y el ánimus en la mujer. La persona tiene que llegar a un acuerdo con sus fuerzas destructivas si quiere triunfar, tiene que liberarse del arrebato a experimentar atributos divinos (orgullo, megalomanía), tiene que esforzarse en alcanzar metas más elevadas que las que se consiguen sin riesgo.
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