PONE DE PRIMERO SABER PENSAR Y DESPUES TENER CONOCIMIENTOS
Por Elías Alvarez Bueno
Conocí a un líder empresarial que recibía a sus nuevos directivos con la siguiente advertencia: a Usted se le va a pagar por lo que piense, por lo que sepa y por lo que haga, pero fundamentalmente nos interesa que sepa PENSAR; nos interesa que al igual que los filósofos se haga y formule a otros las preguntas claves, aquellas que extraen las mejores respuestas; nos interesa que ustedes le ayuden a la gente a adquirir el hábito de mejorar continuamente, el hábito de saber cuestionar lo que para la mayoría de las personas le parece obvio, el hábito de solucionar los problemas que suceden a su derredor en vez de estar esperando que otro se los solucione, el hábito de encender una cerilla en vez de maldecir la oscuridad. En esta empresa creemos, como se dice en algún libro de la historia de la filosofía, que la humanidad será feliz cuando los reyes se vuelvan filósofos o cuando los filósofos lleguen a ser los reyes.
Por supuesto que esta clase de ideas no son comunes en el proceso de inducción de un ejecutivo que ingresa a una entidad con ánimo de lucro. Y el mencionado líder continuaba sus reflexiones precisando que también estaban comprando el SABER de las personas, no solo su fuerza de trabajo; es decir, insistía, estamos comprando el archivo de conocimientos que hay en su cerebro. En cuanto a este punto me dejó deslumbrado con las siguientes afirmaciones: tener muchos conocimientos es muy importante, tener buenos conocimientos es mejor, pero muchas veces las fórmulas conceptuales fallan y los administradores tienden a sentirse frustrados; y cuando sus fórmulas le fallen de nada nos servirán quejidos o disculpas, solo nos servirá que usted piense y construya alternativas.
Tengo la certeza de que esta sesión de inducción gerencial es la mejor que yo he conocido. Y yo no paraba de deslumbrarme, porque este líder seguía insistiendo en la sabiduría como condición de éxito, tal como se nota en el siguiente raciocinio: «lo que uno hace depende de la información que hay en el cerebro y del potencial de raciocinio que uno tiene; entre nosotros, el HACER se mide por los resultados. Pero les aclaro: ustedes tendrán buenos resultados si hacen bien las cosas y hacen bien las cosas si saben pensar».
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