• Cualquiera
que ofrezca algo en un mercado tendrá que enfrentarse a la competencia. Si
deseamos constituir un auténtico desafío para ésta, necesitaremos averiguar
quiénes son los principales proveedores, qué cuota de mercado representan, cómo
operan y cuáles son sus puntos fuertes y débiles. También tendremos que
intentar prever si otro proveedor con un producto similar podría penetrar en el
mercado, y si es así, a qué ritmo, a qué precio, y con qué incidencias para el
éxito de nuestra empresa. Haremos saber con claridad que conocemos a los
competidores, nómbrándoles de forma concreta y describiendo cómo y por qué
nuestra empresa será mejor
•
Hay
competencia en todo. Debemos tener en cuenta a los competidores directos ya
existentes o a los potenciales, pero pensar
también en los sustitutos, que son productos que proporcionan el mismo
beneficio al consumidor de forma
diferente. Cuando Sony y Philips lanzaron al mercado el CD, no había
competencia directa por parte de otros sistemas de sonido digital. Sin embargo,
el CD competía con productos sustitutivos ya existentes –discos y cintas- así
como con los diversos espectáculos en un contexto más general. Más tarde
aparecieron otros sistemas digitales, seguidos de nuevos formatos de CD.
•
La
competencia puede también brindar oportunidades. En algunas ocasiones vender
nuestra empresa a un competidor o a uno de los principales clientes puede
constituir una buena alternativa a una oferta pública inicial. Por ejemplo, un
año después de que WebTV creara sus terminales de Internet, la compañía fue
adquirida por Microsoft.
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