Un hombre fue al mercado a comprar
un burro para agregar a su establo.
Cuando vio uno, lo quiso comprar, de modo que le dijo al dueño:
“Permítame llevarlo a casa para probarlo.
Si me gusta la forma en que trabaja, volveré y le pagaré”.
El dueño estuvo de acuerdo con la
proposición, así que el hombre se llevó al burro y lo puso en el establo. El animal miró a su alrededor a los otros
burros y luego se echó cerca del más perezoso.
“Como lo sospechaba”, se dijo el
hombre. Tomé un cabestro y llevó al
burro de vuelta a su dueño.
“¿Qué pasó?” preguntó el
propietario del burro sorprendido. “No
creo que haya podido probar al animal en un tiempo tan breve”.
“Una pequeña prueba fue
suficiente”, le dijo el hombre. “Podría
decirle que clase de trabajador es por la compañía que escogió.
Usted es juzgado
por la compañía que mantiene.
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